¿Cómo tener una microbiota intestinal sana?

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El sábado 23 de noviembre, la red SIAN, en colaboración con L’atelier des arts energetics, organizó un curso “La alimentación entre salud, placer y conciencia para gestionar mejor el estrés” en el centro de la asociación.

La red SIAN, en colaboración con L’atelier des arts energetics, ofrece encuentros denominados “Sábados de salud” en el centro de la asociación. El sábado 23 de noviembre el tema abordado fue “la alimentación entre la salud, el placer y la conciencia para gestionar mejor el estrés”. La doctora Jacqueline Marcel Damas y la profesora de meditación y psicopracticante Estelle Buchs dirigieron esta sesión. Comenzó con un tiempo de autoatención donde los participantes cerraron los ojos y respiraron con la barriga.

Después de una presentación de los ponentes, finalmente pudo comenzar el taller. Se habló de la microbiota intestinal. “Juega un papel decisivo en nuestra salud. La microbiota intestinal reúne miles de miles de millones de microorganismos vivos (bacterias, microhongos, protistas) principalmente en el intestino, en simbiosis con el organismo, es decir, en una asociación beneficiosa para todos. La composición de la microbiota intestinal es única de cada individuo y cambia a lo largo de la vida. Su equilibrio es fundamental para la salud. Demasiado estrés provoca una disminución de las bacterias buenas, creando un desequilibrio en el ecosistema y favoreciendo el desarrollo de patologías”, explica la doctora Jacqueline Marcel Damas.

Consejos para una microbiota intestinal equilibrada

¿Cómo mantener este equilibrio? El profesional sanitario brinda asesoramiento. “Hay que evitar el azúcar que alimenta los microhongos y realizar actividades físicas como caminar a paso ligero. Nuestro estilo de vida actual, siempre en movimiento, es proinflamatorio. Es fundamental practicar la meditación y tener tiempo para descansar. Tener un ambiente con buen rollo también influye en nuestra microbiota. Cuando comemos, debemos masticar los alimentos lentamente. Masticar bien puede simular una sensación de saciedad. »

Después de estas explicaciones, Estelle Buchs propuso a Chaumontais tomar plena conciencia de la comida. “Clementina o nuez de Brasil, exploraremos nuestros cinco sentidos: vista, tacto, olfato, oído y gusto. Seguiremos su recorrido hasta el estómago. »

Tras este paréntesis, el médico habló de los alimentos a consumir para tener una microbiota sana. “Hay que comer productos de temporada y de proximidad, pero también ecológicos. Las verduras recomendadas son la tupinambo, la alcachofa, el brócoli, el benet, el ajo o la cebolla. En cuanto a la fruta, conviene comer frutas rojas como fresas o frambuesas, pero tampoco plátanos demasiado maduros. Debes consumir 100 g de uno de estos productos todos los días. »

Es bueno consumir aceite de oliva porque protege el cerebro y las arterias. También es antiinflamatorio. “Con moderación, los aceites de nuez, colza y lino son buenos para la microbiota. Puedes comer pescados grasos como sardinas y anchoas dos o tres veces por semana. Debes limitar tu consumo de salmón y pez espada a una o dos veces al mes. Por el contrario, los mariscos son importantes. Se debe preferir las aves de corral a las carnes rojas, que son proinflamatorias. »

Para tener un plato equilibrado hay que respetar las raciones: un cuarto de azúcar y almidones, la mitad de verduras y un cuarto de proteínas. Con todos estos elementos, los Chaumontais ahora saben cómo tener una microbiota sana.

CG

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