TRIBUNA – Los programas de detección del cáncer siguen ignorando en gran medida a las personas mayores, y su acceso a la atención sigue siendo difícil y desigual. Sin embargo, los especialistas dicen: el cáncer se puede curar a cualquier edad.
“Octubre rosa” para el cáncer de mama, “Movember” para el cáncer de próstata, “Noviembre perla” para el cáncer de pulmón… Las operaciones de comunicación no decaen para fomentar la investigación y sensibilizar sobre la prevención y el cribado del cáncer, con bonitos resultados. Pero a pesar de esta dinámica, una población vulnerable al cáncer sigue siendo en gran medida ignorada: los ancianos. Las mujeres mayores de 74 años siguen excluidas de los exámenes de detección organizados y, en el caso de los hombres, también observamos disparidades en el acceso a las pruebas según la edad.
Sin embargo, regularmente escuchamos de nuestros pacientes: “Si dejamos de hacerme los exámenes después de 74 años, ¡es porque ya no arriesgo nada!” Esto es falso: el beneficio individual del cribado persiste después de los 74 años y debe ser evaluado por el médico tratante. “¡A mi edad, el cáncer es menos común!” Esto sigue siendo falso: la incidencia del cáncer aumenta a lo largo de la vida. Hoy en día, más del 50% de los cánceres colorrectales, un tercio de los cánceres de mama y más del 70% de los cánceres de próstata se producen en pacientes de 70 años o más. Debemos ser conscientes de ello, sobre todo porque los síntomas de las personas mayores suelen ser atípicos: estreñimiento inusual, problemas urinarios, etc. Con demasiada frecuencia, estas señales se trivializan debido a la edad, lo que impide un diagnóstico precoz.
Los tratamientos actuales ofrecen soluciones eficaces contra el cáncer, incluso en las personas mayores. Y la investigación médica debe ser accesible para ellos, de modo que se tengan en cuenta sus fragilidades y cada paciente se beneficie de una vía de atención optimizada. Es necesario fortalecer los medios específicos para acelerar la producción de datos y resultados relevantes.
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Una pareja de geriatra y oncólogo
Para evaluar esta población compleja, marcada por los riesgos de la vida ligados a la vejez, el trabajo en parejas entre geriatras y oncólogos, con el apoyo de otros profesionales de la salud (enfermero, cuidador, dietista, rehabilitador, etc.), es fundamental para optimizar la vía de atención. Esto es lo que recomiendan la Sociedad francófona de Oncogeriatría (SOFOG) y el Instituto Nacional del Cáncer (INCa). Las Unidades de Coordinación de Oncogeriatría (UCOG), presentes en todo el país, listan estos pares en establecimientos de salud públicos y privados.
Aunque esta red nacional existe, el acceso a la atención sigue siendo difícil y desigual, y la mortalidad por cáncer sigue siendo mayor entre la población de edad avanzada. Sin embargo, el cáncer se puede curar a cualquier edad. Por lo tanto, como nietos, hijos, hermanos, hermanas e incluso profesionales de la salud, debemos cambiar nuestra perspectiva sobre el envejecimiento y el cáncer. Acabemos con las ideas preconcebidas y ayudemos a los pacientes a escucharse y cuidarse sin autocensura. La medicina está avanzando en la detección y tratamiento de los cánceres. Pero el progreso sólo tiene valor si es accesible a todos.