Originario de Asia, Anopheles stephensi, el principal vector de la malaria en las ciudades indias e iraníes, es ahora un importante problema de salud pública en África.
Desde su llegada a Yibuti en 2012, este mosquito urbano ha provocado un aumento de los casos de malaria, poniendo en duda décadas de progreso contra esta enfermedad.
Una expansión facilitada por la urbanización
En 2012, Yibuti sólo tuvo 27 casos de malaria gracias a campañas eficaces de prevención y tratamiento. Sin embargo, la introducción de Anopheles stephensi revirtió esta tendencia, alcanzando más de 70.000 casos en 2020. La situación es similar en Etiopía, donde los casos saltaron de 4,1 millones en 2023 a 7,3 millones en 2024, según la OMS.
A diferencia de los mosquitos rurales, Anopheles stephensi prospera en ambientes urbanos. Sus caldos de cultivo incluyen tanques de agua, canaletas y equipos de aire acondicionado, ambientes propios de zonas densamente pobladas. Su resistencia a los insecticidas y su tendencia a picar a primera hora de la noche hacen que los mosquiteros, hasta entonces la herramienta más eficaz contra la malaria, sean mucho menos eficaces.
Según un estudio de 2020, este mosquito podría exponer a 126 millones de habitantes urbanos africanos a la malaria. Ciudades como Mombasa (Kenia) y Jartum (Sudán) son particularmente vulnerables. Incluso Egipto, recientemente declarado libre de malaria, podría ver amenazado este estatus si llega el mosquito.
Un desafío de salud multifacético
Además de la rápida propagación de Anopheles stephensi, África enfrenta otras amenazas de malaria, incluida la creciente resistencia al tratamiento en Uganda, Ruanda, Tanzania y Eritrea. Además, una nueva variante de la enfermedad está evadiendo los diagnósticos tradicionales.
Meera Venkatesan, funcionaria de USAID, advirtió que esta situación podría acelerar el surgimiento de amenazas adicionales, como la propagación de variantes más resistentes. Frente a estos desafíos, la OMS está trabajando para desarrollar un enfoque continental, mientras que los científicos africanos piden una mayor voluntad política y más financiación para la investigación y la prevención.
Una lucha urgente y colectiva
Para contener la amenaza de Anopheles stephensi, los gobiernos africanos deben fortalecer la coordinación regional e invertir en concientización pública. Las medidas recomendadas incluyen cubrir los depósitos de agua e intensificar la investigación para comprender mejor el comportamiento de este mosquito.
Si bien África ya representará el 95% de los casos mundiales de malaria en 2022, la lucha contra esta enfermedad requiere una acción concertada y urgente. El desafío que plantea Anopheles stephensi podría convertirse en un punto de inflexión en la guerra contra la malaria en el continente.