Contaminación del aire | Diario de oveja negra

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El autor es parte de la Iniciativa de Periodismo Local.

La fábrica de carbón vasco situada a un kilómetro de Saint-Mathieu-de-Rioux suscita preocupación por sus emanaciones. La población nota la circulación de olores y humo preocupantes en el pueblo. Es por eso que el Ministerio de Medio Ambiente, Lucha contra el Cambio Climático, Vida Silvestre y Parques (MELCCFP) instaló siete estaciones de medición de la calidad del aire en el pueblo.

Lo que nos muestra el caso de Saint-Mathieu-de-Rioux es que la contaminación del aire es un problema importante para la salud y el bienestar, tanto físico como psicológico.

La contaminación representa contaminación tanto concreta como simbólica. Cuando es atmosférico, no es producido enteramente por un artificio ni enteramente por un fenómeno natural. Se produce por el encuentro entre naturaleza y artificio.

De hecho, la contaminación atmosférica es producto de una compleja interacción entre lo individual y lo colectivo, la materialidad del espacio y las representaciones de este espacio. Esta complejidad afecta a tres dimensiones del espacio: la atmósfera y el cambio climático; salud de la población; la percepción de la ciudad, incluida la calidad de vida en ella (Blanc, 2008).

La contaminación atmosférica tiene la característica de escapar al sentido de la vista, dominante en la percepción humana. Así, medirlo, sentirlo y evaluarlo se convierten en acciones complejas que pueden contradecirse entre sí. Para la población, la contaminación no se puede resumir en una concentración medida de CO2 (u otros contaminantes), sino que también se evalúa a través de los sentidos y las sensaciones, como el olfato. Cuando se vuelve desagradable, se manifiesta una sensación de suciedad que lleva a denunciar la contaminación. La inversión estética de los entornos habitables es fundamental en su apreciación.

Vemos muy bien esta inversión con la presencia de plantas en un espacio que sugiere aire saludable. Un espacio verde ofrece el carácter de una frontera protectora y aislante de la contaminación. Sin embargo, en determinadas situaciones, como en zonas contaminadas por fábricas o vehículos, las plantas tienden a estancar la contaminación debido a su aspecto tupido que atrapa los contaminantes.

La presencia de espacios verdes mejora la calidad del aire y de la vida, pero es insuficiente frente a los contaminantes presentes en un espacio urbano (con o sin planta de carbón); “ las masas vegetales consideradas son insuficientes para compensar las molestias y la contaminación producidas por la actividad urbana » (Blanco, 2008).

Vivir en el campo, o cerca de espacios verdes, no es garantía de estar protegido de la contaminación atmosférica.

Blanc, Nathalie, “El aire como ambiente”, Hacia una estética ambiental, bajo la dirección de Blanc Nathalie, Éditions Quæ, 2008, p. 123-136.

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