q¿Quién podría estar en contra? La “salud mental” se ha convertido, en pocas semanas, en un tema de la agenda política de todos los ministerios del nuevo gobierno –empezando por Sanidad, Trabajo, Educación, Vivienda, etc.
Y “tema importante”defendió el Primer Ministro, Michel Barnier, el jueves 10 de octubre, iniciando esta jornada maratónica marcada por la presentación de dos textos presupuestarios, con un viaje a Viena sobre este tema. La salud mental será “gran causa nacional” del año 2025. Del cual acto.
Y, sin embargo, detrás de esta comunicación política, se escucha una reserva en los círculos de psiquiatras: ¿poner el foco en la salud mental no corre el riesgo de relegar a la psiquiatría, sus establecimientos y sus pacientes a las sombras?
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La batalla semántica no es nueva, pero tampoco trivial. La noción de salud mental surgió en los años 60, cuando hasta entonces sólo se hablaba de psiquiatría, asilos o “higiene mental”. Son los propios psiquiatras quienes inculcan este nuevo nombre, de forma emancipadora, para devolver al paciente “a la ciudad”. En la década de 1980, los médicos propusieron nuevamente sustituir los hospitales psiquiátricos por establecimientos públicos de salud mental, como sería el caso en la década siguiente.
Un “estado de bienestar”
Pero gradualmente, la salud mental irá mucho más allá del campo médico y abarcará dimensiones cada vez más numerosas: en la década de 2000, la Organización Mundial de la Salud la definió como un componente esencial de la salud, como un “estado de bienestar que permite a todos desarrollar su potencial, afrontar las dificultades normales de la vida y trabajar con éxito y productividad”. A riesgo de enturbiar las aguas, abriendo considerablemente el campo, como seguirán haciendo otras autoridades.
Hoy en día, la expresión “mala” salud mental, o “trastornos” de salud mental, puede referirse a personas que padecen insomnio o ansiedad, así como a pacientes esquizofrénicos o bipolares, a escolares hiperactivos, a jóvenes con pensamientos suicidas y a empleados exhaustos. . La avalancha de cifras presentadas en el debate público refleja esta misma vaguedad. De un informe a otro, o según los actores que hablen, hablamos de 1 persona de cada 3, 1 de cada 4, 1 de cada 5… Durante el año, durante su vida, ocasionalmente o a largo plazo: todas estimaciones parece posible.
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