Todo comienza en septiembre de 2023. En ese momento, Olivia es una sonriente nieta de 5 años. Mientras disfrutaba del recreo en el colegio, la joven sufrió una fuerte caída en el patio de recreo y se golpeó la cabeza. Unos días después, aparecieron los primeros síntomas preocupantes: el niño caminaba “como un borracho”, en palabras de su madre, Marietta.
“Cuando se despertaba por la noche, tenía que agarrarse a la pared para llegar hasta mí”, confiesa la madre. “Obviamente tiene cuatro años, así que sabía que no estaba borracha. »
“No te preocupes”
Preocupada, Marietta decide llevar a su hijo al médico. “Pensaron que era una infección del tracto urinario o una enfermedad estomacal porque empezó a vomitar mucho”, dijo Marietta a los periodistas del Daily Mirror. “A veces la mandaban a casa con antibióticos, pero la mayoría de las veces simplemente me decían que no me preocupara. »
A pesar de las peticiones de la madre, los médicos se niegan a hacerle una exploración a la pequeña Olivia. Un poco más tarde, un nuevo síntoma preocupante: la cara de Olivia se hunde hacia un lado.
Quimioterapia cada 6 meses.
Marietta lleva a Olivia a la sala de emergencias y esta vez, a la pequeña le hacen una exploración. Unas horas más tarde llegó el veredicto: se detectó un tumor en la parte posterior del cerebro.
El 29 de diciembre, pocos días después de Navidad, los médicos lograron extirpar parte del tumor, tras una operación que duró 7 horas.
Desde entonces, la nieta está sometida a quimioterapia que no finalizará hasta agosto del próximo año. Los médicos son optimistas sobre la joven, aunque su tumor ya se ha reducido considerablemente.
Sin embargo, Olivia tendrá que someterse a quimioterapia cada seis meses hasta los nueve años, así como a resonancias magnéticas cada año hasta los 16 años.
“Algún día podrá vivir una vida normal”, concluye Marietta. “Pero somos cautelosos: si empieza a crecer, tendremos que empezar de nuevo.