“Sin tabaco, tomemos la vida al máximo » (1975), “Fumar no es mi naturaleza” (1991), “Bienvenidos a una vida sin tabaco” (2022)… Desde hace casi 50 años, las autoridades públicas compiten en su imaginación para animar a los franceses a consumir menos cigarrillos. Mientras el desafío del Mes Sin Tabaco comienza este viernes 1 de noviembre, los resultados de las campañas antitabaco siguen siendo mixtos.
Niños que fuman su primer cigarrillo a los cinco años, médicos que fuman uno en los pasillos del hospital, televisores llenos de humo… En 1975, cuando Simone Veil, entonces ministra de Sanidad, decidió lanzar una política francesa de lucha contra fumar, el país ha avanzado mucho.
La primera ley que aborda este problema de salud pública se aprobó al año siguiente. Luego se prohibieron los cigarrillos en hospitales y oficinas de correos, se difundieron campañas de prevención en los medios de comunicación y el precio de las cajetillas aumentó un 18%. El de los Gauloise, por ejemplo, pasa de 1,7 a 2 francos (el equivalente a 1,50 euros hoy).
Al combinar sensibilización, restricciones y precios, este texto establece el marco de la política francesa de control del tabaco. La ley Evin, que lleva el nombre del ministro de Sanidad de la época, Claude Evin, se introdujo en 1991. Esta legislación, que también afecta al alcohol, prohíbe toda publicidad de cigarrillos y prohíbe su venta a menores de 16 años, golpeando a los fumadores en el bolsillo. y les obliga a instalarse en “zonas de fumadores” para consumir en determinados lugares públicos.
Una década después, aparecieron imágenes impactantes en los paquetes y se prohibieron completamente los cigarrillos en los espacios públicos. No más fumar en trenes, aviones o restaurantes. Una política que se ampliará aún más. Según el programa nacional antitabaco 2023-2027, los parques, las playas, los bosques y los alrededores de las escuelas deberían convertirse pronto en espacios libres de tabaco.
La respuesta industrial
Pero, ante la movilización del poder público, los industriales no se quedan de brazos cruzados. Se están desarrollando nuevos productos diseñados para atraer a los jóvenes. Así, a mediados de la década de 2010, los cigarrillos –esta vez electrónicos– volvieron a colonizar los lugares públicos, incluso los pasillos de las escuelas secundarias.
El éxito de estas alternativas a los cigarrillos, aparentemente menos dañinas pero igual de adictivas, está obligando a los legisladores a adaptarse.
En febrero pasado, los diputados votaron a favor de prohibir los puffs, estos dispositivos de vapeo desechables. Geneviève Darrieussecq aseguró el martes en una entrevista con parisino tener “El objetivo es detener su comercialización antes de final de año”. La Ministra de Sanidad anunció también que quería prohibir las “pouches”, bolsitas de nicotina que se colocan en la boca y que están de moda entre los adolescentes.
Sin embargo, a pesar de la sucesión de campañas antitabaco, Francia sigue teniendo cerca de 12 millones de consumidores diarios, según las últimas cifras de Public Health France.
Así, la proporción de fumadores sólo ha disminuido diez puntos en cincuenta años, pasando del 42% de la población en 1974 al 31,8% en 2022, según las cifras del INA. Esta evaluación contradictoria no impide que el gobierno espere ver el surgimiento de la primera “generación libre de tabaco” para 2032.