una innovación para mejorar su cuidado

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Investigadores estadounidenses han identificado biomarcadores específicos en la sangre de los pacientes, antes de que aparezcan los síntomas. Suficiente para alimentar la esperanza de poder algún día detectar esta enfermedad que afecta a 7 millones de franceses.

Según la OMS, la osteoartritis, que afecta a casi 600 millones de personas en todo el mundo, sigue siendo una de las patologías más comunes del envejecimiento, con una frecuencia ligeramente mayor en las mujeres. En Francia, casi 7 millones de personas están afectadas. Esta enfermedad ataca el cartílago de las articulaciones, con mayor frecuencia de la rodilla o la cadera, provocando dolor crónico y dificultad importante para caminar. De hecho, se ha convertido en una de las principales causas del sedentarismo entre las personas mayores y a su vez favorece todas las graves complicaciones que este estilo de vida conlleva: aumento del riesgo cardiovascular, hipertensión, diabetes, etc.

A falta de una cura para la osteoartritis, el tratamiento tiene como objetivo aliviar el dolor y mantener la movilidad para frenar la progresión de la enfermedad y minimizar el impacto en la calidad de vida. Pero para ello es fundamental intervenir lo antes posible en la evolución. Sin embargo, hasta la fecha el diagnóstico sigue siendo muy tardío. Un estudio americano, publicado en Avances científicos conlleva la esperanza de identificar muy tempranamente a las personas en riesgo. A partir de muestras de sangre, los investigadores identificaron una serie de biomarcadores que permiten predecir la artrosis de rodilla hasta ocho años antes de que aparezcan los primeros síntomas.

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El papel de las proteínas proinflamatorias.

El equipo comparó muestras de suero sanguíneo tomadas en diferentes momentos de la vida de 200 mujeres británicas, a la mitad de las cuales se les diagnosticó osteoartritis de rodilla. Estos análisis tuvieron en cuenta el índice de masa corporal (IMC) y la edad de los pacientes, dos factores de riesgo conocidos de osteoartritis. Al examinar las muestras, los científicos descubrieron que 6 proteínas sanguíneas se encontraban en niveles significativamente más altos en el suero de las mujeres afectadas. Su dosificación permitió predecir la enfermedad en el 77% de los casos, hasta 8 años antes de la aparición de los primeros síntomas.

En general, la mayoría de estas proteínas participaron en el desencadenamiento de la inflamación de la rodilla, más específicamente a nivel de la membrana sinovial que recubre el interior de la articulación. Normalmente, la función de la membrana sinovial es lubricar la articulación y, por tanto, tiene esencialmente una función mecánica. “La inflamación crónica de esta membrana podría contribuir a acelerar la degeneración del cartílago, aumentando el dolor y reduciendo la movilidad de la articulación, condiciones propicias para el desarrollo de la osteoartritis. Pero esto es sólo una hipótesis porque hasta ahora no había consenso sobre el origen inflamatorio de esta enfermedad. Por eso este estudio es interesante”subraya Francis Berenbaum, jefe del departamento de reumatología del hospital Saint-Antoine de París.

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Hacia una mejor atención

Este descubrimiento abre nuevas perspectivas en el manejo de la enfermedad. “Esto significa que podríamos, mediante un simple análisis de sangre, predecir los sujetos en riesgo y así implementar estrategias preventivas para reducir la aparición y progresión de la enfermedad”, explica Yves Henrotin, presidente de la Fundación Osteoartritis y profesor de la Universidad de Lieja. Hasta la fecha, no existe cura para la osteoartritis. Su tratamiento consiste en aliviar los síntomas dolorosos mediante la toma de analgésicos o antiinflamatorios. En caso de intolerancia a estos tratamientos medicinales, los médicos pueden recurrir a inyecciones de cortisona, ácidos hialurónicos o incluso a la instalación de prótesis. Sin embargo, estas opciones tienen una eficacia mixta y el 20% de los pacientes siguen sintiendo dolor a diario.

Por eso, encontrar formas de detectar a los sujetos en riesgo representa un gran desafío en la prevención de esta patología. Esto permitiría actuar contra los factores de riesgo evitables de osteoartritis: el exceso de peso, en particular, contribuye a acelerar el deterioro del cartílago al ejercer presión sobre las articulaciones. “Si podemos predecir que una persona obesa tiene un alto riesgo de desarrollar artrosis de rodilla, esto proporciona un doble argumento para tratar urgentemente este exceso de peso”, explica el Dr. Berenbaum. Asimismo, sabiendo que una de cada dos personas que ha sufrido un traumatismo de rodilla presenta artrosis en un plazo de 10 años, la detección de sujetos de alto riesgo permitiría implementar acciones terapéuticas específicas, por ejemplo mediante el uso de fisioterapia.

Sin embargo, este estudio tiene algunas limitaciones. “El 77% es un buen resultado discriminatorio, pero todavía deja un gran margen de error diagnóstico para aproximadamente 1 de cada 4 pacientes”, subraya el profesor Henrotin. Otro problema: los marcadores identificados por los científicos probablemente no sean específicos de la osteoartritis. “Además del cartílago articular, estos compuestos se encuentran en otros tejidos que no tienen ningún papel en la artrosis, en particular el tejido conectivo, lo que aumenta el riesgo de errores de diagnóstico”, advierte el profesor. Por lo tanto, es necesario realizar más investigaciones para perfeccionar estos parámetros de predicción, que también deben estudiarse en cohortes más grandes, incluidos mujeres y hombres, antes de considerar su posible uso rutinario.

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