Seis meses de aislamiento bastaron para que estos investigadores desarrollaran su propio acento

Seis meses de aislamiento bastaron para que estos investigadores desarrollaran su propio acento
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Tiempo de lectura: 2 minutos – Visto en BBC News

La investigación en la Antártida no es para todos. En invierno, el continente menos poblado del planeta queda aislado durante seis meses. Ante el frío, una noche casi eterna, con poco tiempo de ocio a su disposición y raras llamadas a sus seres queridos, los investigadores pasan mucho tiempo charlando entre ellos.

De ahí nació el “inglés antártico”, que se cree es el dialecto de habla inglesa más joven del mundo. Su aparición sigue siendo poco estudiada; pero durante el invierno de 2018, un estudio lo investigó. Durante seis meses siguió la evolución del inglés de veintiséis personas presentes en la estación de investigación de Rothera, la mayor base británica del continente. Según lo informado por la BBC, destaca dos factores principales que influyen.

El aislamiento forzado contribuye en gran medida al nacimiento de un nuevo dialecto. Sin influencia externa, las pronunciaciones singulares se normalizan, ya que los hablantes no tienen otra referencia. Este fenómeno se observa también en las grandes ciudades: en los años 1980, ciertas zonas de Londres donde se concentraban las poblaciones inmigrantes dieron origen al Multicultural London English (MLE), una mezcla del acento local, el criollo jamaicano y algunas de las 300 lenguas. hablado en la capital a lo largo de los años.

Un acento inestable

El otro factor que influye es la diversidad de orígenes de los científicos. El equipo estudiado incluyó a ciudadanos de Estados Unidos, Islandia, Alemania, Escocia y Gales. Todos hablaban inglés, pero con diferentes acentos (particularidades regionales o por ser lengua extranjera).

Para aquellos cuya lengua materna no era el inglés, esto acercó su pronunciación a la de un hablante nativo de inglés. De manera más general, todos los acentos convergieron gradualmente hacia pronunciaciones fonéticas similares. Por otro lado, seis meses no son suficientes para detectar de oído esta amalgama: las diferencias sólo aparecen en la transcripción de sus ondas acústicas.

Es más, la sostenibilidad del inglés antártico sólo puede garantizarse mediante el relevo generacional. “Los niños son muy buenos imitadores, por lo que en ellos se amplifica el proceso de memorizar el habla del otro”. explica Jonathan Harrington, coautor del estudio. Es a través de este proceso en particular que los lingüistas creen que el inglés americano se separó del británico, mientras que inmigrantes de diferentes nacionalidades pasaban varias semanas encerrados en un barco rumbo al Nuevo Mundo.

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