Xavier Péméja quizás cambie su rutina. Acostumbrado a seguir el primer tiempo desde la grada y luego el segundo desde el borde del terreno de juego, el entrenador del Nevers saltó de su puesto en el minuto veinticinco el viernes 13 de diciembre ante Colomiers. El marcador, que entonces era 0-8, aumentó a 23-15 en el pitido final y Nevers consiguió su segunda victoria consecutiva.
“Cuando le vi llegar al borde del campo me dije: ‘Por suerte no soy el extremo que está al lado de él’”, desliza Lucas Blanc con una sonrisa. “Sintió que era necesario galvanizar a las tropas y eso era algo bueno. »
En dificultad pero a sólo ocho puntos
Dormido durante treinta minutos, el USON acabó despertando antes del descanso. Sin que necesariamente haya un detonante o un momento crucial, de repente tuvo más impacto, más compromiso, más deseo. “Cuando vi el espectáculo me dije que no era posible y me caí. Tuvimos la impresión de jugar en el Stade Toulouse porque dejamos que todo pasara. Afortunadamente, Colomiers sólo marca un try cuando podrían haber marcado dos o tres”, comenta el técnico, que no explica bien este cambio de actitud durante el mismo encuentro al que sus jugadores están acostumbrados esta temporada.
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