“Informatizar todo sería complicado. » Esta biblioteca gestiona libros con registros en

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Gris y frío. Un momento ideal para ir a buscar un libro a la biblioteca comunitaria de Saint-Sauveur, en la isla de Yeu. Allí todo es auténtico: el lugar, el olor típico, una mezcla de humedad, papel y tinta, pero también los estantes de madera que soportan el peso de los libros. La biblioteca asociativa ha adquirido miles de ellos desde hace 55 años.

Si durante el verano no hay suficiente espacio, el resto del año hay mucha menos gente; Los clientes habituales pueden pedir prestados libros los miércoles y sábados de 11 a 12 horas. “Incluso hay horas en las que no vemos a nadie” lamenta Martine Welitz, voluntaria desde hace 15 años. Porque esta biblioteca funciona gracias a la motivación de seis voluntarios jubilados que mantienen los libros o encargan otros nuevos. Aún en la Maison de la Presse de l’Île d’Yeu, no se trata de ceder a la tentación de los sitios comerciales en línea.

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La pequeña biblioteca se ha beneficiado recientemente de nuevos lectores provenientes de la biblioteca municipal de la isla, que estaba cerrada por reparaciones.

un lío de recuerdos

Al principio, fue Paul Sicot, profesor, quien quiso compartir su pasión por la lectura: por eso se instaló en una pequeña sala con varias decenas de libros puestos a disposición de los habitantes de la isla. Luego la sala creció y también la cantidad de libros.

Pero la forma de gestionar las obras no ha cambiado: los mapas. Uno se deslizó debajo de la portada de cada libro y otro por lector con sus datos de contacto. Estas tarjetas, cuidadosamente guardadas en cajas y clasificadas por orden alfabético, todavía se utilizan en la actualidad. “Informatizar todo se nos complica un poco y necesitaríamos contratar a una persona”especifica Agnès Buchal, voluntaria. Y este sistema trae recuerdos a los más viejos.“Los lectores que fueron grabados cuando eran niños regresan a nosotros años después. Buscamos su tarjeta y la encontramos. ¡No imaginaron que podríamos haberla retenido por tanto tiempo! Incluso tuvimos un señor que se emocionó hasta las lágrimas cuando vio la tarjeta de su padre fallecido”– confiesa Martine Welitz. En resumen, esta biblioteca es un poco como la magdalena de Proust para los locales y los visitantes habituales de verano.

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