Arabia Saudita apuesta por las innovaciones verdes para reverdecer sus suelos desérticos, pero entre promesas tecnológicas y acusaciones de greenwashing, el verdadero desafío para sus empresas emergentes sigue siendo transformar los proyectos piloto en soluciones sostenibles a la emergencia climática que Riad acoge desde el lunes la COP16, informó la ONU. conferencia sobre desertificación, presentada por el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, como un “momento decisivo” en la lucha contra la sequía y el avance de los desiertos.
Al combinar tecnología de punta, agricultura y gestión del agua, el principal exportador de crudo del mundo busca responder a la crisis climática mientras diversifica su economía para prepararse para el potencial post-petróleo. Según el informe “2023 Middle East Climate Tech” del gigante de auditoría PwC, casi el 75% de las inversiones de Oriente Medio en nuevas empresas de tecnología climática a nivel mundial son sauditas. Pero “sólo una pequeña fracción” de estas inversiones se dirige a la región, asegura PwC.
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En el reino, en 2023, las inversiones en nuevas empresas fueron absorbidas principalmente por el sector energético (363 millones de dólares), seguido de la alimentación, la agricultura y el uso de la tierra (39 millones de dólares), afirma la empresa auditora. Entre estos proyectos se encuentra la planta de tratamiento de aguas residuales desarrollada en la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdullah (KAUST), que trata las aguas residuales mientras produce su propia energía. Bajo la dirección del profesor Peiying Hong, esta estación utiliza “microorganismos anaeróbicos (que sobreviven sin oxígeno) para transformar el carbono orgánico en metano”, recogido en forma de biogás, explica a la AFP.
« Transformar arena en tierra »
El agua filtrada en estos reactores biológicos puede utilizarse para “cultivar microalgas para alimentar al ganado” o para “irrigar plantas y árboles para luchar contra la desertificación”, añade. Como parte de una “Iniciativa Verde de Oriente Medio”, Arabia Saudita pretende plantar diez mil millones de árboles para rehabilitar “74 millones de hectáreas de tierra (un área más grande que Francia) y restaurar su verdor natural”, según el sitio web de la iniciativa. Para lograr estas ambiciones, la gestión eficaz de los recursos hídricos y del suelo es fundamental para este reino mayoritariamente desértico.
“Transformamos arena en tierra”, dice el profesor Himanshu Mishra de una granja experimental. Con su equipo de la Universidad KAUST, ha desarrollado un producto que, según afirma, puede transformar la tierra desértica en tierra fértil enriqueciéndola con estiércol de pollo optimizado, un recurso abundante e infrautilizado en Arabia Saudita que entierra “alrededor de 500.000 toneladas por año”. “A diferencia de los fertilizantes, que son nutrientes para las plantas”, su innovación “actúa como una esponja para retener estos nutrientes y el agua, favoreciendo al mismo tiempo la biodiversidad microbiana”, necesaria para el desarrollo de las plantas, explica a la AFP desde una franja de desierto donde ahora crece una exuberante vegetación. .
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¿Lavado verde u oportunidad?
Pero estas innovaciones requieren una financiación significativa para su implementación a gran escala. La señora Hong destaca la importancia de las “inversiones de capital riesgo”. John Robinson, inversor de Mazarine Ventures, especializada en inversiones relacionadas con la gestión del agua, admite que recaudar fondos sigue siendo “extremadamente difícil” para este tipo de empresas emergentes, aunque algunas logran atraer inversores privados.
Las ambiciones ecológicas de Arabia Saudita coexisten con su feroz defensa del petróleo. Más allá de la lucha contra la desertificación, el reino apuesta por tecnologías que incluyen la captura de carbono y la producción de hidrógeno como parte de lo que llama una “economía circular del carbono” que le permitirá mantener e incluso aumentar su producción de hidrocarburos.
Los críticos ven estos esfuerzos como un lavado de cara al medio ambiente, diciendo que permiten una inversión continua en combustibles fósiles y al mismo tiempo proporcionan beneficios ambientales limitados. En mayo de 2024, la ONG Centro Europeo para la Democracia y los Derechos Humanos afirmó que “la Iniciativa Verde Saudita tiene como objetivo ocultar la dependencia del país de los combustibles fósiles”.
Riad dice que esta política es necesaria para su seguridad energética. En la perspectiva post-petróleo, el reino, que tiene el capital y los recursos necesarios, podría convertirse en un peso pesado regional en innovación verde. Porque vendiendo su suelo carbonoso, “hecho en el reino, a partir de desechos locales”, Arabia Saudita podría convertirse en “un exportador tanto de producto como de su tecnología”, quiere creer Mishra.
Arabia Saudita apuesta por innovaciones verdes para reverdecer sus suelos desérticos, pero entre promesas tecnológicas y acusaciones de lavado verde, el verdadero desafío para sus empresas emergentes sigue siendo transformar proyectos piloto en soluciones sostenibles a la emergencia climática. Desde el lunes, Riad acoge la COP16, la conferencia de las Naciones Unidas sobre la desertificación,…
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