En medio de una compacta multitud de manifestantes proeuropeos, Ana Kaulachvili se abre camino, cómoda como pez en el agua. La georgiana de 22 años estará, en menos de 48 horas, en un universo muy diferente: delante de las cámaras del programa Master Chef.
Participar en la versión georgiana de este famoso concurso de cocina televisado, “es mi sueño desde hace cinco años”, explica a la AFP esta joven en una plaza de Tiflis, envuelta en la bandera roja y blanca de este pequeño país caucásico.
Las habilidades culinarias de Ana Kaulashvili le permitieron avanzar a través de varias rondas de eliminación e incluso ganar el segundo episodio de la temporada actual.
En circunstancias normales, la joven morena con aires de buena estudiante habría dedicado todo su tiempo a perfeccionar sus platos para Master Chef.
Pero el anuncio del jueves del gobierno del partido Sueño Georgiano de congelar las ambiciones de unirse a la Unión Europea desencadenó manifestaciones masivas y dinamitó sus prioridades.
“Mi futuro depende de lo que Georgia haga ahora”, afirma.
Está convencida de que su país se encuentra “en una encrucijada”: de un lado, la UE y sus promesas; por el otro, Rusia, un vecino que actúa como último espantapájaros para la oposición en esta ex república soviética.
Hay tanto en juego que no es el momento de “divertirse, hacer lo que amas o relajarte”, opina Ana Kaulachvili.
“Hemos entrado en modo revolución”.
– “Muy orgulloso” –
Al día siguiente, la AFP encontró a Ana Kaulachvili en su casa. En los últimos días, la joven psicóloga ha pasado menos tiempo allí que en las manifestaciones.
Su compromiso es evidente desde la entrada del apartamento, donde su traje de manifestante descansa sobre un espejo. Una bandera georgiana, otra de la UE, y una máscara antigás, barrera imprescindible contra los gases lacrimógenos que utiliza la policía.
Manifestación tras manifestación, Ana Kaulashvili ha ido adquiriendo un poco de notoriedad en la comunidad de la oposición.
Una foto de ella circuló en las redes sociales esta semana. Ella está parada allí, en las barricadas, frente a la policía, con los brazos en alto la bandera de su país.
Su novio Dato Abzianidzé, de 29 años, dijo que vio la foto compartida y compartida mientras Ana todavía dormía en su apartamento.
“Me acerqué a ella para besarla porque estaba muy orgulloso”, explica mirándola fijamente.
– Khinkalis y la influencia –
El poco tiempo libre que le queda a Ana Kaulachvili lo dedica a la cocina, preparándose para las próximas pruebas de Master Chef.
La emisión del programa fue suspendida durante las manifestaciones, prueba del impacto de este movimiento en el país, pero el rodaje de los episodios continúa.
En su menú diario de entrenamiento se encuentran los khinkalis, raviolis rellenos de carne.
“Es el plato nacional y también mi comida favorita”, sonríe mientras pica cebollas.
Su plegado es técnico y ella prefiere practicar antes de hacerlos para el espectáculo.
Este no es el primer intento de la joven. Ha filmado su receta varias veces para su cuenta de TikTok, donde los videos de sus platos le han permitido acumular 41.000 suscriptores.
Aunque últimamente, tanto en sus redes como en su vida cotidiana, la cocina ha dado paso a la política.
Su relato es ahora un divertido mosaico donde se unen recetas de helados y convocatorias de movilización.
“Me dije a mí misma que la gente me escuchaba y que podía expresarme”, explica Ana Kaulachvili.
Imposible decir si sus suscriptores están convencidos, pero la joven al menos ha influido en una persona: su madre.
Hasta hace poco partidaria del Sueño Georgiano, ahora también participa en el movimiento de protesta.
– “Despídeme” –
Esa noche, Ana Kaulashvili había planeado quedarse en casa por una vez, sólo para recuperarse un poco.
Pero la convocatoria de manifestaciones es, en última instancia, demasiado fuerte. Al caer la noche, la encontramos entre cientos de personas frente al edificio de la televisión pública, la misma que transmite Master Chef.
La oposición acusa a los medios nacionales de estar parcializados y controlados por el gobierno.
Ana Kaulachvili se da cuenta de que la situación es bastante divertida. Y sospecha que los ejecutivos de televisión no estarían felices de verla aquí.
“No me importa”, dice. “Pueden echarme del programa”.
“Mi primer trabajo es estar aquí y todo lo demás viene después”.
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