Es uno de los mitos griegos más contados y adaptados. ¿Qué podría ser más dramáticamente romántico que Opreus descendiendo al inframundo en busca de su amada Eurídice y, al darse la vuelta demasiado pronto, perderla para siempre justo cuando estaba al borde de la resurrección? Por supuesto, estuvo la película de Cocteau con Jean Marais, “Orphée”, o la ópera buffa de Offenbach “Orphée aux enfers”. En los cómics, Caza se inspiró en el mito con su serie “El mundo de Arkadi”. Sin olvidar uno de los álbumes más bellos de Thorgal, “Au-père des ombres”, que cuenta casi la misma historia.
Para su adaptación, el guionista Lou Lubie decide titularla sobre Eurídice, la víctima. Mantiene la trama general, pero sus divergencias son brillantemente sutiles. El mundo de los dioses, al que Eurídice cree haber llegado, no es en realidad más que un engaño. Un palacio de cartón y papel en el desierto, una ciudad cuyos habitantes se aprovechan de la leyenda y de la credulidad de quienes allí llegan a ganarse la vida.
Allí vive Orfeo y, como en el mito, su canto es divino. Calliopé, aquí, no es su madre, sino su hermana, que baila en los funerales de los visitantes adinerados que llevan a sus muertos al dominio de los dioses. Lou Lubie trae a Pigmalión, que no esculpe mármol, sino papel, y su sublime creación Galatea, que no es una estatua, sino una especie de origami gigante. Evidentemente, Eurídice, aquí una mujer que ha sido explotada y abusada toda su vida, morirá y Orfeo, perdidamente enamorado, irá a buscarla al inframundo. No te contamos más, la aventura está llena de sorpresas asombrosas.
Felicitaciones al guionista Lou Lubie, de quien ya apreciamos especialmente “Como un pájaro en un frasco” y “Y al final, mueren”. Pero este álbum es sobre todo una oportunidad para descubrir los impresionantes gráficos de Solen Guivre, para quien, increíblemente, este es el primer cómic. Sus personajes son suaves, gráciles, sus movimientos fluidos y elegantes, el corte es inventivo y ¡qué colores! Los fabulosos trajes no son fruto del azar, de hecho, hay un epílogo que explica sus diversas inspiraciones: coreana, india, mongola, kazaja. Tanta investigación sobre culturas, ficciones, para crear un mundo original y coherente para contar esta extraordinaria historia.
No es al infierno a donde nos lleva esta “Eurídice”, sino a un paraíso de lectura donde voluntariamente volveremos sobre nuestros pasos para disfrutar de su belleza y de su inteligencia.