Cada vez que escribo sobre Justin Trudeau, incluso (raramente) para analizar favorablemente una de sus políticas, los comentarios que siguen a mi columna son extremadamente negativos sobre él.
Estos comentarios reflejan encuestas que muestran que una gran mayoría de votantes quiere que se vaya.
Sin embargo, un pequeño cuadrado de liberales ultraleales sigue defendiéndolo. Según ellos, él sería el mejor para liderar la lucha durante las próximas elecciones. Nadie más entre los 41 millones de canadienses podría reemplazarlo.
Trudeau se engaña acerca de sus posibilidades de éxito. La derrota del lunes en los suburbios de Toronto lo dejó atónito. Él y sus seguidores se niegan a sacar conclusiones obvias.
Debe ceder su puesto a otra persona, de lo contrario en las próximas elecciones el Partido Liberal sólo conservará un puñado de diputados. Los conservadores encabezarán un gobierno mayoritario y el Bloque formará la oposición oficial.
Sin embargo, Pierre Poilievre es un oponente débil. Su comprensión de la economía es inferior a la de Trudeau (una hazaña) y su similitrumpismo podría ser fácilmente atacado.
Trudeau incapaz
Pero Trudeau no puede enfrentarlo. Es incapaz de responderle en el plano económico porque ha gestionado mal la economía canadiense, hasta el punto de que nos preguntamos cuándo se devaluará el país.
Trudeau persiste en promover una política de despertar que crea cuotas artificiales, racistas e inalcanzables en todos los sectores de la sociedad.
Abre las compuertas a la inmigración, en particular a los refugiados, lo que descontenta a los inmigrantes regulares, que han tenido que esperar en la larga cola en Immigration Canada, y causa graves problemas en materia de vivienda, educación y salud.
Su llamada política feminista, a nivel internacional, es preocupantemente débil frente a los nuevos desafíos internacionales que representan China, las guerras en Ucrania o Gaza o incluso la probable elección de Donald Trump.
Sus políticas de reconciliación indígena fortalecen el poder de las camarillas aristocráticas antidemocráticas en varias reservas indígenas. Reescriben la historia sobre bases falsas además de socavar los fundamentos de la ciencia en las universidades.
Izquierdismo cristiano idealista
Trudeau ha hecho mucho daño. Reparó una serie de errores dejados por el gobierno de Stephen Harper, particularmente en el medio ambiente, en los medios de comunicación y en las organizaciones internacionales.
Pero hay que admitir que sus políticas se han vuelto muy problemáticas. La mayoría se opone a la tradición centrista de los liberales y se inclina hacia un izquierdismo cristiano idealista.
Por tanto, los liberales tendrían que encontrar un nuevo líder, más centrista, que pudiera reconstruir un nuevo equipo a su alrededor.
Este nuevo equipo tal vez podría evitar la elección de un gobierno mayoritariamente conservador liderado por Poilievre.
Pero esto probablemente no sucederá. El capitán Trudeau lleva su barco directo a los arrecifes. Las ratas pronto abandonarán el barco.
