Hay negociaciones que avanzan al ritmo de las alas de un colibrí y otras que se estancan como un avión esperando despegar sobre una pista en mal estado. El acuerdo entre Airbus Helicopters y Marruecos para la adquisición del H225M Caracal pertenece claramente a la segunda categoría.
Sin embargo, el dispositivo no es indigno: su historial de servicio en varios frentes internacionales y su impresionante rendimiento hablan a su favor. Rabat parece, sin embargo, adoptar un enfoque reflexivo y metódico, una elección estratégica que, aunque ligeramente frustrante para París, demuestra el deseo marroquí de garantizar que cada detalle esté perfectamente alineado con sus intereses.
Airbus Helicopters entre el cielo y las incertidumbres
Airbus Helicopters esperaba aprovechar la reciente visita de Emmanuel Macron a Marruecos para impulsar este espinoso tema, indica La Tribune.fr. Este viaje diplomático, que debería haber sido escenario de un sonoro anuncio sobre un contrato para 18 aviones, se convirtió en un pesado silencio.
El presidente francés, sin embargo, había llevado en su equipaje a Bruno Even, director general de Airbus Helicopters, añadido en el último momento a la delegación como comodín. Pero la apuesta no dio frutos: ningún contrato firmado, ningún apretón de manos inmortalizado bajo los flashes de los fotógrafos.
Hay que decir que Rabat apenas apreció lo que percibió como un intento apenas disimulado de presión por parte de París. Hay asociaciones que prosperan gracias a la confianza mutua y otras que se estancan en fríos cálculos. En este caso, los negociadores marroquíes parecen haber optado por la cautela, examinando cada detalle técnico, cada línea presupuestaria y cada condición contractual.
Si las negociaciones tuvieran éxito, este contrato representaría un verdadero salvavidas para el centro de producción de Airbus Helicopters en Marignane, en Bouches-du-Rhône. El H225M, un peso pesado de la aviación militar con una capacidad de carga útil de 11 toneladas, es el buque insignia de una línea de producción que ha experimentado recientemente turbulencias, subrayan los medios.
Después de un pico en las entregas hace unos años, la cartera de pedidos de este avión se ha reducido, lo que ha obligado a Airbus Helicopters a hacer malabarismos con otros modelos, como el H160, para mantener el ritmo. Los recientes contratos en Irak (14 aviones), Países Bajos (12) e incluso con la guardia costera japonesa (3) han permitido evitar la asfixia, pero el pedido marroquí sería un soplo de aire fresco en una ecuación tan delicada.
A más largo plazo, Airbus cuenta con los 38 H225 encargados por la Bundespolizei alemana para estabilizar su producción, pero estas entregas no comenzarán hasta 2029. Hasta entonces, será necesario llenar el vacío y Marruecos bien podría ser la pieza que falta. del rompecabezas.
Visión francesa más amplia: Marruecos, centro estratégico para África
Las negociaciones actuales no se limitan a la simple adquisición de dispositivos. Airbus Helicopters piensa en grande y pretende transformar Marruecos en un centro neurálgico de mantenimiento y reparación (MRO) para África Occidental. Este proyecto, de tener éxito, ofrecería una ventaja logística considerable a Airbus, así como una palanca estratégica para Rabat, que desea reforzar su posicionamiento como líder regional en el sector aeronáutico.
La apuesta es ambiciosa y se basa en un equilibrio finamente orquestado entre los intereses estratégicos de Marruecos, los imperativos económicos de Airbus y la dinámica única de las relaciones entre París y Rabat. Detrás de estos debates se expresa toda la asociación franco-marroquí, enriquecida por momentos de convergencia armoniosa y algunos matices que, lejos de frenar el impulso, atestiguan la profundidad y la complejidad de esta relación privilegiada.
El calendario de esta serie ya está fijado: 2025 será el año del veredicto. Hasta entonces, Airbus Helicopters tendrá que navegar entre un optimismo mesurado y una paciencia estratégica, con la esperanza de que las discusiones actuales den como resultado un contrato que haga mucho más que llenar líneas de producción. Sería una fuerte señal para la industria aeronáutica, para la cooperación franco-marroquí y, sobre todo, para el futuro del H225M.
Queda por ver si Rabat, con su agudo sentido del tiempo y su capacidad para negociar con firmeza, cederá a las sirenas de Marignane o seguirá flotando a su propio ritmo. Una cosa es segura: el Caracal aún no ha dicho su última palabra.