El proyecto de ley de finanzas de 2025, que propone gravar directamente los premios de los jugadores de azar, especialmente en los casinos, está suscitando una intensa polémica en el seno de esta actividad en Marruecos.
Los actores del sector, que operan en sinergia con la industria hotelera y turística, están preocupados por las posibles repercusiones de esta medida en la economía nacional. Creen que esta iniciativa no sólo podría socavar el empleo y el turismo, sino también provocar una reducción notable de los ingresos fiscales, una paradoja para una reforma que supuestamente debería aumentarlos.
Un impacto directo en el atractivo de los casinos
Los profesionales del sector subrayan que esta fiscalidad corre el riesgo de comprometer gravemente el atractivo de los casinos marroquíes, tanto para los clientes locales como para los visitantes internacionales. Los turistas de Europa, Asia y otros lugares, que constituyen una parte importante de los clientes de los casinos, pueden preferir destinos donde las ganancias no estén sujetas a impuestos. Esta fuga de jugadores podría provocar rápidamente una reducción de la asistencia a los establecimientos locales.
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También se advierte contra el socavamiento de la base misma de la experiencia de juego: el placer de ganar. De hecho, imponer un impuesto a las ganancias sin considerar las pérdidas anteriores de los jugadores da la sensación, no obstante justificada, de un gravamen injusto, que altera la percepción de equidad y libertad que atrae a los jugadores.
Peor aún, esto podría disuadir a los grandes jugadores marroquíes, que tienen medios para viajar, de frecuentar los casinos locales y alentarlos a buscar destinos en el extranjero con menos impuestos.
Un riesgo de pérdida económica
Las consecuencias de esta medida van mucho más allá de los propios casinos. De hecho, los casinos marroquíes están fuertemente entrelazados con otros sectores económicos clave, como la hostelería y el turismo. Una caída en la asistencia a los casinos conduciría inevitablemente a una reducción de la ocupación en los hoteles asociados, del gasto en restaurantes y de actividades auxiliares, creando un efecto dominó perjudicial para la economía local.
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Las cifras respaldan esta preocupación. Los casinos marroquíes generan entre 850 millones y 1.000 millones de dirhams en divisas al año, una contribución esencial a la economía nacional. Sin embargo, una encuesta realizada por profesionales del sector entre 112 jugadores internacionales revela que el 54% de ellos evitaría Marruecos si se aplicara un impuesto a las ganancias, y el 80% simplemente dejaría de frecuentar los casinos locales.
Una fuga de clientes así pondría en peligro los ingresos directos de los casinos, pero también los puestos de trabajo que generan, afectando así a miles de familias marroquíes.
Lecciones que aprender de otros países
La experiencia internacional proporciona ejemplos instructivos de los peligros de gravar directamente las ganancias de los jugadores. Países como Portugal, Dinamarca e Italia adoptaron medidas similares antes de abandonarlas, enfrentando consecuencias desastrosas: una fuerte caída en la asistencia a los casinos, un aumento del juego ilegal y pérdidas significativas de empleos.
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Por otro lado, países como Francia y el Reino Unido han preferido gravar a los operadores de juego antes que a los jugadores. Este enfoque, que se centra en el producto bruto del juego, permite preservar el atractivo de los establecimientos jurídicos garantizando al mismo tiempo ingresos sustanciales para el Estado. Esta estrategia, considerada más equilibrada, podría servir de modelo para Marruecos, evitando los errores cometidos en otros lugares.
Por una política fiscal equilibrada
Expertos y operadores del sector piden una revisión de la medida, proponiendo soluciones más adaptadas y duraderas. Entre las opciones a considerar, se propone gravar a los operadores, en lugar de a los jugadores, sobre los ingresos brutos de los juegos, lo que permitiría mantener los ingresos fiscales del Estado sin desanimar a los jugadores ni perjudicar el atractivo de los casinos.
También se sugiere reforzar la regulación contra los juegos de azar ilegales, mediante una mayor vigilancia y sanciones disuasorias que reducirían las prácticas clandestinas y protegerían a los jugadores, garantizando al mismo tiempo ingresos fiscales.
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Un diálogo con las partes interesadas, concretamente los responsables políticos, los operadores de juegos y los expertos de la industria, puede ayudar a desarrollar una política fiscal equilibrada y obtener la aceptación de las partes interesadas pertinentes, así como la promoción del juego responsable mediante el lanzamiento de campañas de sensibilización y prevención contra la adicción al juego.
Un futuro por redefinir para el sector
Uno de los expertos contactados cree, por su parte, que para garantizar su lugar en la escena internacional, Marruecos debe “adoptar una política fiscal que apoye tanto el crecimiento económico como el atractivo turístico”. Inspirándose en las mejores prácticas internacionales y fortaleciendo la regulación del sector, “el país podría transformar esta amenaza en una oportunidad”, afirma finalmente.
Otro profesional del sector destaca también que Marruecos tiene “un enorme potencial para desarrollar una industria del juego competitiva y ética”. Sin embargo, esto requiere reformas bien pensadas que tengan en cuenta las realidades económicas y sociales del país.
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Una política fiscal equilibrada, “combinada con medidas para regular y promover el juego responsable”, no sólo podría preservar los logros del sector, sino también estimular nuevas inversiones y fortalecer la posición de Marruecos como destino esencial del juego.
Este debate sobre la tributación de las ganancias de los jugadores es controvertido y pone de relieve los complejos desafíos que enfrenta Marruecos en su búsqueda por maximizar los ingresos fiscales. Por tanto, parece necesaria una reflexión profunda y concertada para evitar que esta medida produzca efectos contrarios a los esperados.