Es difícil imaginar el peso que lleva Z. a sus 17 años, con su cola de caballo, su puchero y sus mejillas de adolescente. Desde hace cuatro años vive con la aplastante culpa de haber provocado, con su mentira, el asesinato seguido de la decapitación de su profesor de historia y geografía, Samuel Paty. Pero sobre sus hombros lleva otro peso, Z., el de la suerte de su padre, encarcelado desde hace cuatro años y que se enfrenta a treinta años de prisión penal por haber creído la mentira de su hija.
Esta ex colegiala, ahora en su último año, es quien provocó la tragedia. Su falaz relato de un curso impartido por Paty dedicado a la libertad de expresión, al que ella no había asistido, explotado por dos adultos irresponsables (su padre y el agitador islamista Abdelhakim Sefrioui), había conducido a lo indescriptible. Pero entonces sólo tenía 13 años y como tal fue condenada, en diciembre de 2023, por el tribunal de menores de París, a dieciocho meses de libertad condicional por denuncia calumniosa.
Ella regresó a la corte el martes 26 de noviembre, esta vez como testigo, durante el juicio de adultos. Al haberse celebrado a puerta cerrada, es la primera vez que el público y los periodistas han tenido la oportunidad de escucharlo. Con su falda corta plisada, su cara de bebé y sus manos retorciéndose nerviosamente en el estrado de los testigos, la rejuvenecemos dos años y entendemos rápidamente la situación imposible en la que se encuentra.
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Ella se debate, Z., entre su deseo de disculparse sinceramente y su deseo de salvarla. «papá»que la mira con ojos cansados desde el banquillo. Recordemos entonces el título del curso de Samuel Paty al que no había asistido: “Situación dilema”. ¿Cómo no caer en la tentación de seguir mintiendo un poco, sabiendo que una gran mentira envió a su padre a prisión y que las pequeñas mentiras ¿Quizás podría salvarlo?
“Quería disculparme sinceramente…”
En su espontánea declaración, la adolescente primero quiso pedir disculpas a las partes civiles. “No pude hacerlo hace un año en la audiencia, me gustaría pedirle disculpas a la familia, porque destruí su vida. Yo hoy me quejo de no haber visto a mi padre desde hace cuatro meses, pero tú, ya han pasado cinco años desde la última vez que lo viste. [Samuel Paty]. Sé que mis disculpas son difíciles de escuchar, pero quería disculparme sinceramente…”
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