“Pongámonos por un momento en la mente de un inversor que ha decidido prestar su dinero. Ve un país, Francia, cuyas finanzas públicas están muy degradadas. Unas finanzas también degradadas por una agencia de calificación en plena crisis política, con el añadido de ver surgir de las urnas un nuevo gobierno que gastará aún más. Nuestro inversor quiere protegerse contra el riesgo de no recibir el reembolso. Por lo tanto, impondrá a Francia un tipo de crédito ligeramente superior, exactamente como un banco que presta a un hogar con finanzas frágiles”, explica François Lenglet. “Esta semana, los tipos de interés pagados por Francia aumentaron un 0,2% debido al miedo que ahora inspira nuestro país, es decir, 600 millones de euros de intereses anuales que se pagarán adicionalmente en cinco días sólo con dinero de los contribuyentes. Ésta es una realidad desagradable pero tenaz. Un país que pide prestado 285 mil millones de euros al año está en manos de sus acreedores”, explica. “La política de Francia no se hace en la Bolsa”, afirmó el general De Gaulle. Pero en aquel momento nuestras finanzas estaban en equilibrio, la soberanía a su precio”, recuerda François Lenglet. TF1 | F. Lenglet
