Entre crisis climática y amenaza nuclear, la cumbre del G20 terminó el martes en Río de Janeiro en un clima particularmente sombrío, pocas semanas antes del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Una “lucha por la supervivencia”. Así planteó el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, uno de los grandes desafíos de esta cumbre de dos días: salvar el clima.
Desgraciadamente, el cónclave de los líderes de las principales economías del planeta no logró dar ningún impulso decisivo en este ámbito, mientras que la conferencia de la ONU sobre el clima, COP29, entró en su recta final en Bakú, en Azerbaiyán.
Sin embargo, las expectativas eran altas en Río, ya que el G20 (19 países, además de la Unión Europea y la Unión Africana) representa el 85% del PIB mundial y el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Al final de un año de presidencia brasileña del foro, y antes de albergar la COP30 el próximo año en Belem, en el corazón de la Amazonía, Lula instó a actuar.
“No podemos posponer la tarea de Bakú a Belem”, advirtió durante la última sesión plenaria de la cumbre el martes por la mañana.
“La historia nos observa”, lanzó también el presidente estadounidense Joe Biden, refiriéndose a “la mayor amenaza existencial para la humanidad”, pocas semanas antes de dejar el poder.
– Energías fósiles –
Pero estos llamamientos no pueden ocultar los límites de la declaración conjunta adoptada el lunes por la noche por los líderes del G20.
El texto evoca “la necesidad de aumentar la financiación climática” y elevarla a “billones de dólares, de todas las fuentes”, enfatizando las necesidades de los países pobres.
Pero para algunas ONG, el foro no fue lo suficientemente lejos en la cuestión de quién debería pagar. E incluso dio marcha atrás en el tema de la eliminación gradual de los combustibles fósiles, al no utilizar explícitamente la redacción que había tomado de la anterior conferencia sobre el clima en Dubai.
“En la lucha por la supervivencia no hay lugar para el negacionismo y la desinformación”, insistió también Lula.
El mensaje cobra particular resonancia ante el regreso de Donald Trump, quien ha cuestionado la realidad del cambio climático y ha dicho que quiere sacar a Estados Unidos del Acuerdo Climático de París nuevamente, como durante su primer mandato.
Estados Unidos es el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo después de China.
– Arma nuclear –
A pesar del deseo del presidente brasileño de hablar de “pobres” y no de guerras, estas últimas también surgieron en la cumbre de Río, empezando por Ucrania.
Hay que decir que la reunión, en la que el presidente ruso Vladimir Putin volvió a estar notablemente ausente, se celebró en un momento dramático.
El domingo, en vísperas de la cumbre, Washington autorizó a Kiev a utilizar sus misiles de largo alcance para atacar objetivos en Rusia.
En el día 1.000 de la guerra, Moscú afirmó el martes que tal ataque había tenido lugar la noche del lunes al martes, y el presidente Vladimir Putin firmó el decreto que amplía sus posibilidades de utilizar armas nucleares.
Desde Río, el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, prometió una respuesta “apropiada” al lanzamiento ucraniano de misiles estadounidenses ATACMS contra Rusia. Al denunciar la implicación de Washington, habló de una “nueva fase” en el conflicto.
Estadounidenses y británicos condenaron la “retórica irresponsable” de Moscú.
El presidente francés, Emmanuel Macron, llamó a Vladimir Putin a “razonar” y criticó su postura “escaladora”. Durante una reunión con su homólogo chino, instó a Xi Jinping, que se ha consolidado como el hombre fuerte en la cumbre, a “utilizar todo su peso” ante el líder ruso.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, que no participó en la cumbre de líderes del G20, denunció su inacción ante el discurso nuclear ruso.
Al final de esta cumbre crepuscular, Lula entregó el relevo a su homólogo sudafricano Cyril Ramaphosa, cuyo país presidirá el foro a partir de diciembre durante un año.
Con sollozos en la voz, citó a Nelson Mandela, héroe de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica: “Es fácil demoler y destruir, los héroes son los que construyen”.
LNT con Afp
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