En Senegal, es un año oscuro para los procesadores de anacardos y esta incipiente industria. Mientras que varias empresas agroindustriales locales han apostado por el sector del anacardo, con la esperanza de reproducir el éxito marfileño, este año está sucediendo lo contrario. Entre el aumento de los precios de las materias primas y una mala cosecha, casi todas las empresas procesadoras de anacardos corren el riesgo de quebrar.
“Aquí estamos en el departamento de descascarado”, informa Iman Drame, director de una fábrica de procesamiento de anacardos, que nos guía por su almacén. A su izquierda, una cinta transportadora, una máquina clasificadora, pero desde el pasado mes de mayo todo está parado. “Hemos parado la producción por falta de materias primas, porque este año las materias primas estaban muy caras, hubo especulación, lo que hizo que no pudiéramos comprar para poder trabajar”, explica.
Este empresario de 54 años, que inició su negocio en Ziguinchor en 2004, describe el círculo vicioso al que se enfrentan los procesadores de anacardos. Una mala cosecha, un 50% o incluso un 60% menos de anacardos este año debido a los vientos cálidos en la época de floración, lo que ha resultado en anacardos que se han vuelto inasequibles o incluso inaccesibles. Porque se venden a precios elevados a la competencia extranjera y no a empresas transformadoras senegalesas. Iman Dramé tuvo que despedir a ocho empleados e interrumpir el contrato de 90 jornaleros. “Esto tiene consecuencias muy graves”
Para Jacques Birham Seck, director de Ethicajou, un procesador de comercio justo a 180 kilómetros de distancia, cerca de Kolda, la situación es aún peor. “Es el despido por motivos económicos de los 19 empleados fijos que teníamos, pero también del centenar de mujeres que trabajaban como jornaleras en los distintos tramos de la transformación”, lamenta la empresaria. “Esto tiene consecuencias muy graves desde el punto de vista socioeconómico, especialmente en una de las regiones más pobres de Senegal, donde casi no hay una industria transformadora que contrate tanto”, subraya de nuevo.
La razón es la ausencia de medidas proteccionistas que impidan a los productores de anacardos vender al mejor postor en otros lugares, estima Boubacar Konta. “Es el Estado el que tiene la capacidad de regular. En todos los países donde el anacardo ha sido realmente un éxito, es con la implicación del Estado, que ha tomado medidas como las de aprobación para conocer a los exportadores y quién hace qué”, analiza el presidente de la Interprofesional del Anacardo. Senegal.
Se envió a las autoridades un alegato basado en el modelo de Costa de Marfil. Entre las peticiones, la de imponer un impuesto a los exportadores para incitarlos a vender prioritariamente a los transformadores senegaleses. El gobierno promete aplicar la medida el próximo año. Hasta entonces, las empresas se están apretando el cinturón para conseguir aguantar sin tener que cerrar definitivamente.
rfi.fr