lLos coches autónomos aún no votan, pero pueden influir en una elección. El entusiasmo de Elon Musk por Donald Trump se debe en gran medida a sus intereses comerciales y a la ventaja que obtendrá de la victoria de su favorito. En cualquier caso, ésta es la lectura inmediata que hicieron los inversores al impulsar la acción de su empresa Tesla casi un 50% en una semana, a pesar de las reticencias del futuro presidente sobre el tema del coche eléctrico. Porque el destino del fabricante se juega en gran medida en sus relaciones con la administración.
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Superado en el mercado mundial de vehículos eléctricos por el chino BYD, Elon Musk busca recuperar el control de la siguiente etapa del transporte: la conducción autónoma. El 10 de octubre presentó el corazón de su nueva estrategia de crecimiento, los taxis autónomos. Su Cybercab de líneas muy futuristas no tiene volante ni pedales. También prometió un minibús del mismo tipo, el Robovan.
El vehículo sin conductor ya no es ciencia ficción, aunque su aplicación a los turismos llevará más tiempo de lo esperado. Sin embargo, ya es una realidad en la industria. En el sector minero, por ejemplo, más de 2.000 camiones gigantes operan sin conductor en minas de Australia, Canadá y China. La siguiente etapa será la del transporte público, con autobuses, cuyos recorridos son conocidos y velocidades limitadas. Luego vendrán los taxis, como el que presentó el señor Musk.
Camisa de fuerza administrativa
El problema es que empieza la carrera con un hándicap importante. Las primeras pruebas autorizadas no se realizarán hasta 2025, mientras sus competidores Waymo de Google, Cruise de General Motors o Zoox de Amazon ya acumulan kilómetros en varias ciudades del país. La poderosa agencia federal de seguridad vial autoriza lentamente experimentos e incluso volúmenes de producción de este tipo de vehículos por parte de los fabricantes. Además, la tecnología más económica que utiliza, al carecer de radar, cuestiona a los especialistas y, por tanto, a las autoridades.
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Aquí es donde entra en juego la política y el posible y esperado nombramiento de Elon Musk como responsable de eficiencia administrativa. Los medios anglosajones especulan sobre los hombres que el multimillonario podría colocar en la administración para limpiar a los funcionarios, como prometió Donald Trump. No hay duda de que relajar los grilletes administrativos que limitan los experimentos en el transporte será una de sus principales preocupaciones. Esta será una buena prueba de la capacidad de las contrapotencias estadounidenses para resistir la ola trumpiana y sus conflictos de intereses.
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