La decisión de Marruecos de acoger en Tánger-Med dos barcos de la compañía Maersk, rechazados de los puertos españoles por sospechas de transporte de armas a Israel, ilustra el fortalecimiento de los vínculos entre Rabat y Tel Aviv. Esta elección, que contrasta con la firme posición de Madrid, pone de relieve la nueva orientación diplomática del reino de Shereef, a riesgo de aumentar las tensiones internas.
Madrid negó este sábado el acceso a sus instalaciones portuarias del puerto de Algeciras a dos cargueros de Maersk, sospechosos de transportar material militar destinado a Israel. El Ministerio de Asuntos Exteriores español confirmó que los barcos “no harán escala en España”, sin aportar detalles adicionales, informaron medios ibéricos. Esta decisión es la continuación de una política ya ilustrada en mayo de 2024, cuando España prohibió la escala del Marianne Danica, un barco que transportaba armas indias a Israel. Esta posición firme, aclamada por las organizaciones propalestinas como un fuerte gesto a favor de la paz, contrasta con la flexibilidad de las autoridades marroquíes que optaron por acoger a estos mismos barcos en Tánger-Med. Esta controvertida elección reaviva el debate sobre la política exterior de Marruecos, que ahora parece apoyar al Estado judío a pesar del apoyo de su población a la causa palestina.
Opciones que reavivan tensiones
La polémica en torno a estas escalas es tanto más intensa cuanto que el puerto de Tánger ya estuvo en el centro de una polémica el pasado mes de junio, cuando acogió al buque de guerra israelí INS Komemiyut. Este último pudo repostar antes de continuar su ruta hacia Israel, provocando la indignación del Frente Marroquí de Apoyo a Palestina y Contra la Normalización pero también manifestaciones de protesta de la población marroquí. La reciente aceptación de barcos de Maersk refuerza la impresión del creciente alineamiento de Marruecos con los intereses israelíes.
Las relaciones de defensa marroquí-israelíes han experimentado una notable aceleración desde la normalización de las relaciones entre ambos países en diciembre de 2020 y luego con un acuerdo de cooperación militar en noviembre de 2021. El punto culminante de este acercamiento: un contrato de más de 500 millones de dólares firmado en 2022 con Israel Aerospace Industries (IAI) para la adquisición del sistema antimisiles Barak MX. Esta colaboración militar pone en duda la neutralidad que el reino intenta mantener.
Una política exterior en tensión
El monarca marroquí, que preside el Comité Al-Quds encargado de proteger los intereses palestinos, se encuentra en una situación paradójica. Si bien su papel histórico lo compromete con la causa palestina, su política pragmática favorece los intereses estratégicos del reino, particularmente en relación con la cuestión del Sáhara Occidental, y por tanto el apoyo inquebrantable a Estados Unidos e Israel. Este posicionamiento ambivalente debilita su legitimidad en la escena nacional, donde las manifestaciones van en aumento, especialmente en Tánger.
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La prioridad dada por Marruecos a la cuestión del Sáhara Occidental explica en gran medida este giro diplomático. La alianza con Israel, vista como un activo importante en esta cuestión, tiene prioridad sobre las consideraciones tradicionales de solidaridad con Palestina. Esta reorientación estratégica, si responde a imperativos geopolíticos, crea una brecha creciente entre la política oficial del reino y las aspiraciones de una parte significativa de su población. La polémica suscitada recientemente por los comentarios de Hakim Ziyech, que criticó abiertamente la posición de su país, es en este sentido reveladora de las tensiones que existen en el país.
Entre pragmatismo y principios: un estrecho dividido
El contraste entre la firmeza española y la flexibilidad marroquí respecto a los buques vinculados a Israel plantea una división en la gestión del conflicto palestino-israelí. Mientras Madrid afirma una posición de principios al negar sistemáticamente el acceso a los buques potencialmente implicados en el conflicto, Marruecos favorece su rentabilidad inmediata y su diplomacia a corto plazo.
El puerto de Tánger-Med se convierte así en el símbolo de un Marruecos en pleno cambio diplomático, donde el pragmatismo político parece primar sobre las posiciones tradicionales. A riesgo de que los países que históricamente han apoyado a Palestina lleguen a boicotear el puerto.