relaciones estables, sin áreas de turbulencia

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relaciones estables, sin áreas de turbulencia
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La tarde del miércoles 6 de noviembre, Olaf Scholz, canciller socialdemócrata (SPD), exigió la dimisión de su ministro de Finanzas, Christian Lindner, líder del Partido Liberaldemócrata (FDP), poniendo fin a una relación que se había convertido en eléctrico y conflictivo.

Esta medida supone la disolución de la llamada alianza “semáforo”, que agrupaba al SPD, los Verdes y el FDP, y sumerge a Scholz en una situación de minoría en el Bundestag. Se vislumbra así en el horizonte la posibilidad de elecciones legislativas anticipadas, previstas para principios de 2025, con fecha límite fijada para finales de marzo.

Perspectivas postelectorales: hacia un futuro incierto

“Esta decisión fue necesaria para preservar los intereses de nuestro país y evitar cualquier parálisis del Estado”afirmó Scholz, durante una declaración a la prensa esa misma tarde. Expresó su voluntad de acercarse a Friedrich Merz, líder de la oposición conservadora (CDU) y ya candidato declarado a canciller, en un raro gesto de conciliación para colaborar en cuestiones cruciales de la economía y la defensa.

Además, la destitución de Christian Lindner y la fragilidad de la coalición alemana pueden tener consecuencias en las relaciones entre Marruecos y Alemania, como impacto político y diplomático. De hecho, con inestabilidad política en el gobierno, Alemania, una de las principales economías y líder político de la Unión Europea, puede ralentizar la toma de decisiones internas, pero también afectar sus relaciones diplomáticas.

Para Marruecos, socio estratégico en la región mediterránea, esta inestabilidad puede crear incertidumbre sobre la continuidad de los compromisos políticos y económicos. Por ejemplo, los acuerdos bilaterales sobre seguridad o cooperación para el desarrollo podrían quedar en suspenso, a la espera de la estabilización por parte del gobierno alemán.

Ante la proximidad de elecciones anticipadas, el panorama político alemán está a punto de sufrir una gran reorganización, cuyo resultado sigue siendo incierto. Un cambio de coalición o alternancia política podría reorganizar las cartas de las relaciones internacionales de Alemania y, por tanto, afectar a sus asociaciones estratégicas.

Posibles consecuencias para las relaciones germano-marroquíes

En este contexto, las relaciones germano-marroquíes, que actualmente gozan de una rara excelencia (como lo demuestra la muy exitosa presencia del Ministro de Industria y Comercio, Ryad Mezzour, en Frankfurt con motivo del 3er Foro Alemán “ Africa Trade & Invest se une a la gestión de riesgos “), podría ponerse a prueba. A lo largo de los años, Marruecos y Alemania han tejido una compleja red de intercambios económicos, de seguridad, energéticos y comerciales que han reforzado su posicionamiento en la escena internacional.

Los proyectos conjuntos en el sector de las energías renovables, en particular las iniciativas relacionadas con el hidrógeno verde, han consolidado esta cooperación, simbolizando un pilar importante de su asociación. En el frente de seguridad, Alemania y Marruecos colaboran activamente en la lucha contra el terrorismo y la gestión de los flujos migratorios, cuestiones cruciales para la estabilidad de las dos naciones.

La prevención y el intercambio de información sensible entre los servicios de inteligencia de los dos países han ayudado a frustrar amenazas potenciales y fortalecer la seguridad regional. Esta sinergia ha resultado esencial en un contexto marcado por tensiones y crisis migratorias.

Desde un punto de vista económico, las inversiones alemanas en Marruecos, que abarcan sectores que van desde el automóvil hasta la agricultura sostenible, han ayudado a estimular la economía marroquí y crear empleo. Las empresas alemanas encuentran allí un mercado dinámico y estratégico, mientras que Marruecos se beneficia de tecnologías avanzadas y de una experiencia reconocida.

Marruecos-Alemania: relaciones comerciales prósperas

Esta interdependencia económica no sólo ha consolidado unas relaciones comerciales prósperas, sino que también ha convertido a Marruecos en un socio esencial en el norte de África. En el frente energético, la asociación en torno a proyectos de hidrógeno verde y energías renovables revela la ambición común de los dos países de reducir su huella de carbono y promover el desarrollo sostenible.

Sin embargo, una agitación política en Alemania podría desestabilizar este equilibrio. Un gobierno menos favorable a Marruecos o más influenciado por otras prioridades geopolíticas podría revisar los acuerdos actuales y poner en duda el apoyo alemán en cuestiones delicadas, como la cuestión del Sahara.

Un distanciamiento alemán de esta cuestión clave, aunque improbable, podría alimentar las tensiones y desequilibrar las alianzas que hasta ahora han servido de influencia diplomática al Reino de Marruecos y a la República de Alemania.

Mantener una asociación fuerte y mutuamente beneficiosa entre Berlín y Rabat es, sin duda, más decisivo para preservar la estabilidad regional y el desarrollo económico de ambas partes. Pero, hay que decirlo, el espectro político alemán no se atrevería, bajo ninguna circunstancia, a sacrificar su mejor pieza para poner en duda esta alianza tan dorada.

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