No, Donald Trump no es una “aberración temporal”: pasar las llaves de la Casa Blanca al republicano será una inmensa humillación para el presidente saliente Joe Biden. Se acusa al demócrata de haber facilitado, por orgullo, este sonado retorno. Cuando Biden anunció el inicio de su primera campaña presidencial en 2019, hizo un análisis de su rival que debe perseguirlo hoy. “Creo que los cuatro años de este presidente y todo lo que representa pasarán a la historia como una aberración pasajera”.
Ahora es su propio mandato el que actúa como paréntesis entre dos presidencias de Trump. El presidente saliente se dirigirá al país el jueves. “Hagan caso de Biden”, acusa el miércoles la revista “The Atlantic”. “Trump vuelve a ser presidente y los demócratas pueden atacar el ego de Biden”, leemos en “USA Today”. Estamos lejos del “¡Gracias Joe!” que coreaban los demócratas en cada aparición pública del anciano presidente desde su retirada de la carrera por la Casa Blanca a finales de julio.
“Esta crisis demócrata se debe en gran medida a Joe Biden. Nunca debería haber intentado volver a presentarse a los 80 años”, afirma Larry Sabato, politólogo de la Universidad de Virginia. Alex Keena, profesor de ciencias políticas en la Virginia Commonwealth University, señala la “arrogancia” del presidente saliente y su séquito, enfatizando que si hubiera renunciado, el Partido Demócrata podría haber presentado una candidatura sólida para el cargo a partir de una primaria. “Fue una oportunidad perdida”.
Durante su campaña relámpago, Harris nunca rompió con este presidente tan impopular, a quien los estadounidenses culpan por el alto costo de la vida. En una entrevista, la vicepresidenta dijo que no había “nada” que ella hubiera hecho de manera diferente a Joe Biden, un pasaje que luego los republicanos hicieron circular en las redes sociales. Deplorando su “derrota devastadora”, un miembro del equipo de la candidata declaró el miércoles a X que su campaña había intentado sacar a los demócratas de un “agujero profundo”, sin conseguirlo realmente.
La fallida campaña de Joe Biden ya había terminado de una manera particularmente lamentable. El 27 de junio perdió completamente el equilibrio contra Donald Trump durante un debate televisado. Pero el demócrata, convencido de sus posibilidades de victoria a pesar de las encuestas desfavorables, resistió durante varias semanas, ante la mirada incrédula del mundo y de su partido. Luego trató de desempeñar un papel en la carrera por la vicepresidencia, pero fue más un lastre que un partidario eficaz, incluso llamando públicamente “basura” a los partidarios de Donald Trump.
Se acerca la humillación final. El demócrata ya se ha comprometido a asistir el 20 de enero a la ceremonia de toma de posesión de Donald Trump, que había evitado la suya en 2020, convencido de que le habían robado las elecciones. Después de medio siglo de mandatos, en el Senado, como vicepresidente y luego en la Casa Blanca, será “una manera terrible de abandonar la vida política”, señala Alex Keena.