¿Apáticos, pegados al móvil para navegar en las redes sociales, frágiles? En Valencia, los jóvenes de la generación “Z”, nacidos después del 2000, desafiaron estos prejuicios participando masivamente en operaciones de limpieza y apoyo tras las devastadoras inundaciones.
“Vinieron cientos, tal vez miles, y fueron maravillosos”, dijo a la AFP Noelia Sáez, de 48 años, vecina de Catarroja, cerca de Valencia.
Desde la catástrofe, que dejó al menos 219 muertos y 89 desaparecidos, jóvenes voluntarios están en primera línea para ayudar a las víctimas, recorriendo cada día las carreteras que conducen a las zonas del desastre, con botas, herramientas en mano o bolsas de la compra. la espalda.
Movilización a través de las redes sociales
“La gente mayor siempre dirá que la gente que no es de su generación es peor, pero ahora que nos han dado nuestra oportunidad -que yo hubiera preferido no tener, porque la situación es difícil- nosotros, los jóvenes, respondimos Bueno”, dijo Ángela Noblejas a la AFP. Este estudiante de ingeniería industrial de 19 años pasó toda la mañana del martes ayudando en Algemesí, a unos cuarenta minutos de Valencia.
Él y sus amigos trajeron “principalmente productos de limpieza. Botas impermeables, ya que ya no hay, protecciones, porque hay mucho barro”, resume: “Está muy sucio, y ya es un poco perjudicial para la salud”.
Muy rápidamente, en un contexto marcado por las críticas por la lentitud de los socorros, voluntarios, palas y escobas en mano, se organizaron a través de las redes sociales para ayudar a las víctimas y limpiar casas y calles en las comunidades afectadas. Entre ellos, muchos jóvenes.
Ángela Noblejas recuerda haber crecido escuchando a su abuelo contar historias sobre “la Riada”, el nombre que recibió Valencia por la crecida del río Turia que dejó decenas de muertos en 1957. Y es ella quien hoy acumula experiencias que a su vez puede contárselo a sus hijos y nietos.
“Nos preocupamos por la sociedad”, añade su amiga Gisela Huguet, de 19 años, estudiante de informática y matemáticas, rechazando la idea de que los miembros de su generación estén “siempre en el móvil, en las redes sociales, en las nuevas tecnologías”.
José Antonio López-Guitián, actor valenciano de 61 años más conocido como Tonino, también regresó de un pueblo afectado, Massanassa, donde ayudó a limpiar el barro, que aún cubre su mono azul y sus botas de lluvia. Para él, los jóvenes son ciertamente “blandos”, como piensan muchos mayores, pero se lo deben a “tiempos que tal vez no sean tan duros”. “Son gente de su tiempo, con sus móviles, y no necesitan ser como los del pasado, cada uno pertenece a una época diferente”, añade.
En Sedavi, donde su casa fue devastada por las inundaciones, Teresa Gisbert, de 62 años, dijo: “Nos traen comida, nos ayudaron”. Para este sexagenario, estos jóvenes “son ángeles”.
(afp/rk)