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Con el anuncio de 11.000 recortes de empleo y subcontratación, Thyssenkrupp se hunde en la crisis

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Una semana después de la publicación de unos alarmantes resultados anuales, la siderúrgica alemana Thyssenkrupp anunció su intención de despedir de aquí a 2030 a 11.000 de los 27.000 empleados de su rama siderúrgica, lo que representa el 40% de su plantilla. Se eliminarán así unos 5.000 puestos de producción y administrativos, mientras que otros 6.000 serán “transferidos” fuera de la empresa mediante medidas de subcontratación de servicios o venta de actividades, indicó Thyssenkrupp Steel (TKSE), filial del conglomerado Thyssenkrupp, que cuenta con un total de 98.000 empleados.

La sangría también va acompañada de un plan para reducir su capacidad de producción de acero de 11,5 millones de toneladas a un objetivo futuro de 8,7 a 9 millones de toneladas, “para adaptarse a las expectativas futuras del mercado”, afirmó el grupo en un comunicado. Para ello, desea cerrar o vender los altos hornos 8 y 9 en Hamborn (Renania del Norte-Westfalia). Además, se cerrará la planta de Kreuztal-Eichen (oeste de Alemania), que emplea a 1.000 personas. Finalmente, la decisión de continuar con la conversión de los altos hornos a procesos libres de carbono, arco eléctrico o hidrógeno, “se tomará una vez que la empresa conozca las condiciones precisas”, indica la empresa.

Líneas rojas cruzadas

Al mismo tiempo, Thyssenkrupp continúa su desvinculación de Thyssenkrupp Steel. Este año, el multimillonario checo Daniel Kretinsky ya adquirió una participación del 20% en el fabricante de acero. En breve, se espera que se le venda un 30% adicional, creando una empresa conjunta igualitaria. Sin embargo, según el periódico económico Handelsblatt, las intenciones del empresario aún no están claras debido a las incertidumbres que rodean el plan de reestructuración de TKSE y las perspectivas económicas del sitio.

De hecho, TKSE ha justificado su plan social por profundas dificultades económicas: la filial está valorada actualmente en 2.400 millones de euros, es decir, menos de la mitad de lo que valía hace dos años. Además del aumento de los costos de la energía en Alemania, dice que sufre de la competencia de “bajos costos” de China. “El exceso de capacidad y el consiguiente aumento de las importaciones de bajo coste, especialmente procedentes de Asia, pesan cada vez más sobre la competitividad”, añadió la siderúrgica en un comunicado.

Como era de esperar, los sindicatos y los círculos políticos reaccionaron con fuerza ante esta destrucción de empleo que está afectando duramente a Renania del Norte-Westfalia, la cuna de Thyssenkrupp. El director regional de IG Metall, Knut Giesler, habló de una “gran provocación” por parte del grupo.

“Ni siquiera negociamos eso. ¡Punto!”, se podía leer en un folleto distribuido a los empleados a principios de semana. “Despidos por motivos económicos, cierres de plantas: estas son nuestras líneas rojas, que hemos trazado repetidamente. El grupo los está superando”, afirmó Knut Giesler, que también es vicepresidente del consejo de supervisión de Thyssenkrupp Steel. Por su parte, el estado federado de Renania del Norte-Westfalia declaró que se opondría a cualquier despido económico.

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