Kim llegó el pasado viernes a la isla de Phuket en Tailandia junto a su pareja. El mismo lugar donde el 5 de noviembre, hace justo un año, durante sus vacaciones familiares, su hija Ceylan y su amigo Nicholas, un estadounidense de 21 años, fueron asesinados en una scooter por un coche que circulaba a una velocidad vertiginosa. En este país, donde vive parte de la familia de Kim y donde fueron esparcidas las cenizas de su hija, esta estancia adquiere aires de “peregrinación”, admite.
“Es complicado, nos volvimos a ver hace un año”, confiesa la madre entre lágrimas. La pelea me mantiene en pie. No me rendiré. Me da toda la energía para completar el procedimiento. Porque no quedará impune, no es posible. Para Ceilán, se debe hacer justicia. No es culpa de la mala suerte. El castigo no es suficiente para dos vidas quitadas”, afirma la madre, convencida, a la vista de los vídeos y fotografías desenterrados, de que “no fue un accidente”. Ese es mi sentimiento más profundo”.
En primera instancia, el pasado mes de febrero, el automovilista responsable del accidente recibió una pena de prisión suspendida de dos años. Una decisión insoportable para esta madre. “Es un año de suspensión por cada vida que se quita”, dice furiosa. Si se acepta el recurso, podrían tardar otros “seis a ocho meses” en el aspecto penal, estima Kim, y aún más “en el aspecto civil”. Un año después de la tragedia, a Kim le gustaría que el automovilista ruso “diga la verdad”. ¿Para qué? ¿Qué pasó, qué causó esto?”, pregunta. “Quiero que se sancione a la conductora por su acción, eso me aliviaría porque ella nunca ha mostrado arrepentimiento y no ha demostrado que es consciente del daño que ha hecho”.
Durante este viaje, Kim y su pareja visitaron a la familia y mantuvieron una serie de reuniones relacionadas con el juicio. “Se trata de recopilar información, proporcionar documentos y comprender por qué lleva tanto tiempo. “Es el procedimiento, es largo y la parte contraria está utilizando todo el tiempo que tiene para retrasar las cosas”. También irán a lugares que le encantaban a Ceylan. “Tailandia es la tierra preferida de Ceilán. Planeábamos volver allí. En los próximos días iré a Chang Mai, al norte, a su antigua escuela, donde creció. Lo necesito porque ella amaba esta ciudad”.
Durante varias temporadas, entre 2017 y 2019, la joven luxemburguesa volvió a vivir en Tailandia. Kim no se siente sola en su lucha. “Tengo la sensación de contar con el apoyo de amigos, familiares y seres queridos, por supuesto, pero también de las autoridades de Luxemburgo. Tan pronto como envío un correo electrónico a la embajada o al Ministerio de Asuntos Exteriores, recibo respuestas rápidas. Incluso el cónsul se entera de la noticia. Si pudieran hacer más, lo harían”.
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