Desde su elección, Donald Trump ha podido reunir a toda una casta que siempre se le había resistido.
Esta casta, llamémosla la tecno-libertarios o el neoanarcocapitalistas de Silicon Valley, sede de las principales empresas tecnológicas.
Y que también controlan las principales redes sociales.
Fue Elon Musk quien, tras la compra de X, puso su máquina algorítmica al servicio de la campaña de Trump.
Fue entonces Mark Zuckerberg, propietario de Facebook e Instagram, quien declaró esta semana: “Las recientes elecciones parecen ser un punto de inflexión cultural que vuelve a priorizar la libertad de expresión”.
No más moderación de contenido y verificación de datos para Facebook e Instagram.
El alcance del derrocamiento está mal calculado: es un nuevo poder y una nueva élite lo que Trump ha logrado unir. Y que a través de su poder tecnológico ejercerán una influencia que irá mucho más allá de las fronteras de Estados Unidos.
“Libertad de expresión”
Algunos, desde la derecha, nos los presentan como los nuevos caballeros de la libertad de expresión.
En otras palabras, su apoyo a Trump habría “liberado la libertad de expresión”.
Un momento.
La única motivación que les guía no es la libertad de expresión, es la de su bolsillo y sus intereses. Hoy, sus billeteras ven interés en Trump.
Más allá de contar con el favor presidencial, Zuckerberg sabe muy bien que la desinformación y la no moderación del contenido son rentables para Facebook e Instagram.
Entonces, si se tratara sólo de una cuestión de libertad de expresión, Elon Musk no habría puesto a X al servicio de la campaña de Donald Trump, promocionando sus propios tuits y los de cuentas del ámbito trumpiano.
Hizo una elección editorial, no eligió la libertad de expresión.
Lo cual, por cierto, supone un buen retorno de la inversión.
Musk ha ganado mucho dinero desde que Trump fue elegido. El “tío Elon”, como se le conoce en la familia Trump, ha visto crecer el valor de sus empresas en 140.000 millones de dólares desde noviembre.
Frente a las dictaduras
Musk también tiene una libertad de expresión muy tímida cuando se enfrenta a dictaduras: China, India, Turquía.
En China, defiende la posición china sobre Taiwán, porque Tesla tiene una gigafábrica en Shanghai.
En X, bloqueó un documental que criticaba al gobierno indio de Modi, además de bloquear a los opositores al régimen. Entiendes: India es un buen mercado para Tesla y Starlink.
Hizo lo mismo por las mismas razones con los oponentes de Erdogan en Türkiye.
Sin embargo, aquí está muy presente en X para atacar a los gobiernos de democracias liberales como Canadá, Reino Unido y Alemania.
Proyecto politico
Básicamente, Musk y otros están disfrazando la libertad de expresión como un proyecto libertario que promueve sus propios intereses económicos.
Y para lograrlo, desestabilizan las democracias liberales mediante la difusión a gran escala de desinformación, atacan a los partidos que quieren regularlas y luego se meten a los partidos europeos de extrema derecha en su pequeño bolsillo, sin molestar a los dictadores.
Son estafadores de la libertad de expresión.