Malas noticias, aumenta en febrero de 2025.

Malas noticias, aumenta en febrero de 2025.
Malas noticias, aumenta en febrero de 2025.
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Desde principios de 2025, los franceses se enfrentan a un aumento de los precios del gas. A partir de enero se aplicó un primer aumento significativo, al que podría seguir en febrero un nuevo aumento que confirma una tendencia preocupante en el mercado energético.

Enero de 2025: una primera subida del precio del gas difícil de digerir

Desde el 1 de enero de 2025, los consumidores notaron un aumento del 12% en los precios de referencia del gas, precio de referencia de la Comisión Reguladora de Energía (CRE). Este salto repercutió inmediatamente en las facturas, ya elevadas tras sucesivos aumentos en los meses anteriores. Varias razones explican este aumento, empezando por la fuerte demanda invernal. Las temperaturas particularmente frías registradas a finales de 2024 han aumentado significativamente el consumo de gas para la calefacción doméstica e industrial.

Además, el contexto internacional jugó un papel importante. La guerra en Ucrania, que ha interrumpido los flujos de gas ruso hacia Europa desde 2022, sigue ejerciendo una presión significativa sobre el suministro disponible. Las restricciones a las importaciones de gas licuado (GNL) procedentes de Estados Unidos y Qatar, impuestas por limitaciones logísticas y tensiones geopolíticas, no han hecho más que empeorar la situación. Los operadores europeos, deseosos de asegurar su suministro, han tenido que recurrir a compras a precios elevados en el mercado spot, aumentando aún más el coste para los consumidores finales.

Las autoridades francesas, conscientes del impacto de este aumento en los hogares, han citado la necesidad de adaptar los precios regulados a la realidad de los costes de suministro. Si medidas como el escudo arancelario permitieron amortiguar determinadas perturbaciones en 2023, los limitados márgenes presupuestarios del Estado en 2025 complican la aplicación de nuevas medidas de mitigación.

Febrero de 2025: una crisis energética que empeora y un nuevo aumento de precios

Mientras los hogares apenas empezaban a adaptarse a esta nueva situación, febrero de 2025 traerá un nuevo aumento del 6% en los precios del gas según cálculos realizados por Selectra. Este segundo ajuste aumentará el peso de las facturas de energía en los presupuestos de los hogares. La continuación de esta tendencia puede explicarse por varios factores.

En primer lugar, las reservas estratégicas de gas en Europa, ya duramente puestas a prueba por el duro invierno, se redujeron rápidamente. La Unión Europea, que había acumulado importantes existencias en el verano de 2024, está luchando por mantener un nivel suficiente para satisfacer la demanda.

Entonces, las tensiones geopolíticas siguen siendo un problema importante. Las negociaciones entre Rusia y los países europeos sobre las condiciones del tránsito de gas a través de Ucrania fracasaron, lo que aumentó las incertidumbres sobre la estabilidad del suministro. Al mismo tiempo, los productores de Oriente Medio, en particular Qatar, están favoreciendo a los clientes asiáticos dispuestos a pagar precios más altos, reduciendo aún más la oferta disponible para Europa.

Por último, las inversiones en infraestructura de gas se han estancado en los últimos años, lo que limita la capacidad de importación de gas licuado. Las terminales de GNL, saturadas durante los períodos pico, no pueden compensar las fallas en el suministro de gasoductos.

Las consecuencias para los hogares: tusin presión además sobre el poder adquisitivo

Los sucesivos aumentos de los precios del gas en 2025 tendrán repercusiones directas y profundas en la vida cotidiana de los hogares franceses. Para muchos hogares, los costos de energía representan ahora una parte abrumadora de su presupuesto. Los hogares de bajos ingresos, en particular, se encuentran en la primera línea de esta crisis, incapaces de absorber estos aumentos sin reducir otros gastos esenciales como la alimentación o el ocio.

Las medidas de ayuda, aunque útiles, resultan insuficientes para compensar plenamente el impacto de estos aumentos. Los vales de energía, distribuidos cada año a casi 5,8 millones de hogares, no se han incrementado para reflejar la explosión de los costos. Además, los hogares que dependen exclusivamente del gas para calefacción se ven especialmente perjudicados, ya que no pueden cambiar fácilmente a alternativas más económicas, como la calefacción eléctrica o las estufas de leña.

Esta situación también alimenta un sentimiento de injusticia y frustración entre los consumidores. Mientras los beneficios de las grandes empresas energéticas siguen aumentando, los hogares franceses tienen la impresión de soportar solos el peso de esta crisis. Algunos denuncian la falta de una regulación más estricta de los precios de la energía y piden medidas gubernamentales de emergencia para limitar los precios.

Gas, electricidad, energía… ¿Qué perspectivas para el futuro?

El año 2025 promete ser difícil para los consumidores de energía y no se espera que el precio del gas baje hasta dentro de varios meses. Los expertos predicen que las tensiones en los mercados globales podrían persistir hasta el invierno de 2026. dependiendo de la evolución de los conflictos geopolíticos y de la capacidad de los países europeos para diversificar sus fuentes de suministro.

Ante estos desafíos, es imperativo que las autoridades públicas y los actores del sector trabajen juntos para encontrar soluciones sostenibles. Entre las medidas previstas se encuentran una aceleración de las inversiones en energías renovables, una mejor coordinación de las políticas energéticas a nivel europeo y una mayor ayuda a los hogares en dificultades.

Mientras tanto, se invita a los consumidores a adoptar medidas sencillas para reducir su consumo de gas, como una regulación precisa de la calefacción o el aislamiento térmico de las viviendas.

El aumento de los precios del gas en enero y febrero de 2025 refleja una crisis energética global cuyas repercusiones se están sintiendo con fuerza a nivel nacional. Si esta situación pone de relieve la fragilidad del sistema energético europeo, también subraya la urgencia de una transición hacia modelos más sostenibles y resilientes.

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