Europa estrangulada por una energía cara

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OLIVIER BONHOMME

Casi tres años después del inicio de la guerra en Ucrania, las réplicas de la crisis del gas siguen propagándose por toda Europa. Por supuesto, el gran temor al apagón de 2022, cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, puso fin unilateralmente a la mayor parte del suministro de gas, ha desaparecido. Las existencias ahora están bien abastecidas y el riesgo de escasez es bajo. Pero el pánico ha sido reemplazado por un problema mucho más profundo: el de la erosión a largo plazo de la competitividad europea.

“Mientras las empresas paguen varias veces el precio de la energía en Estados Unidos o China, será imposible ser competitivos”advirtió Mario Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo (BCE), durante una conferencia en octubre en la Agencia Internacional de Energía. Su informe presentado a la Comisión Europea en septiembre destaca que el precio del gas en Europa es ahora de tres a cinco veces más alto que el de Estados Unidos, en comparación con dos o tres veces antes de la guerra en Ucrania. A mediados de diciembre, ronda los 14 dólares por BTU (unos 13,3 euros por unidad térmica británica, una unidad de volumen), frente a los 3 dólares al otro lado del Atlántico.

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