Su análisis mostró que los modelos informáticos no eran tan precisos como se pensaba anteriormente. Bertrand Cluzet comparó en primer lugar los resultados de su modelo con los valores reales de 444 puntos de medición en un terreno llano. “Allí el modelo informático y la realidad coincidían perfectamente”, explica el científico. Sin embargo, la situación era diferente en terrenos escarpados. En este caso, los datos satelitales mostraron que el modelo no siempre calculaba de manera confiable los procesos de acumulación de nieve primaveral y a veces subestimaba la extensión de la nieve húmeda, particularmente en las laderas expuestas al sol. Esto ha dado lugar a pronósticos inexactos en el pasado.
Por lo tanto, mejoró el modelo informático para que ahora prediga con mayor precisión el contenido de agua del manto de nieve. Sobre esta base, las previsiones actuales sobre las cantidades de agua disponibles en primavera gracias al deshielo son más fiables. “Hemos reducido mucho la incertidumbre que había hasta ahora”, explica el investigador.
La nieve estacional tiene una importancia decisiva para la hidrología de las regiones montañosas, añade Betrand Cluzet: “En las regiones situadas aguas abajo, el caudal de deshielo suele ser decisivo, por ejemplo para la agricultura o para la producción de electricidad en centrales hidroeléctricas”. El intenso deshielo combinado con precipitaciones persistentes puede contribuir aún más a inundaciones devastadoras.
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