Al menos tres mujeres desaparecieron de la cena Trump-Trudeau del viernes.
Ministra de Asuntos Exteriores, Mélanie Joly. La viceprimera ministra y ministra de Finanzas, Chrystia Freeland.
Se dice que ambos se sintieron ofendidos, al parecer.
No tanto, sin duda, como la tercera ausente, Claudia Sheinbaum, nueva presidenta de México.
Múltiples mensajes
Para el presidente electo Donald Trump, aceptar recibir a Justin Trudeau en su suntuosa casa de West Palm Beach para la cena de Acción de Gracias contenía varios mensajes.
Aunque Trump sólo será oficialmente presidente dentro de dos meses, se mostró dispuesto a escuchar las propuestas de Canadá para resolver los problemas fronterizos mencionados en su amenazadora publicación del 25 de noviembre.
Listo para intercambiar, además, con Justin Trudeau, un hombre al que Trump no tiene en su corazón. Ideológica y personalmente.
En sus memorias de 2020, el exasesor de seguridad nacional John Bolton relató una discusión importante que ocurrió entre los dos hombres durante la Cumbre del G7 en Charlevoix en 2018; cumbre que Trump había descarrilado con unos cuantos tuits enojados, una vez en el avión, a la vuelta.
Al año siguiente, al margen de una reunión de la OTAN, Trump calificó públicamente de “hipócrita” al primer ministro canadiense.
“Sacrificio”
Para México, el mensaje fue de exclusión. Trump hubiera querido castigar simbólicamente a Sheinbaum porque no habría actuado de otra manera.
A diferencia de Trudeau, Sheinbaum vilipendió a Trump por su amenaza de imponer aranceles. Ella también le contradijo tras una llamada telefónica. Trump había afirmado que ella aceptó “detener la inmigración a través de México”. Sheinbaum lo había negado reiterando “que la posición de México es no cerrar las fronteras”.
Un columnista diario La JordanaEnrique Galván Ochoa, criticó ayer. La cena del viernes debería dejar claro que “ni Trudeau ni Trump son dignos de confianza. Claudia mostró el camino: México es un país soberano, no se queda de brazos cruzados. Habrá una oportunidad de encontrarnos con Trump… sin Trudeau”.
Otro observador, este de Tiempos financieros Desde Londres, Michael Scott, afirmó ayer que a la luz de las recientes declaraciones de Trudeau, Canadá “parece dispuesta a sacrificar a México si es necesario”. Es posible que el primer ministro de Ontario, Doug Ford, lo haya dicho con demasiada claridad la semana pasada.
En las farmacias canadienses y quebequenses se rumorea que existe incluso una “estrategia canadiense para aislar a México”. Desde los aranceles impuestos por Trump en su primer mandato, México ha transformado su economía acercándose a China, que se ha convertido en su segundo socio comercial. Ah, y el fentanilo es un producto “made in China”, se destaca.
De Ottawa y Washington, el tercero amigo aparece como un socio que busca beneficiarse del CUSMA (nuevo TLCAN) mientras cultiva relaciones privilegiadas con el Reino Medio. Los mexicanos intentarían “tener las dos cosas”. Tendrán que darse cuenta de que, geoestratégicamente, Estados Unidos y Canadá no pueden permitir esto”. ¿De ahí a privarlo de pastel de carne durante mucho tiempo?