(Frankfurt) El grupo Volkswagen desencadenará un conflicto social de una magnitud sin precedentes en Alemania si mantiene su plan de cerrar fábricas, advirtieron el miércoles representantes del personal, en vísperas de una nueva sesión de negociación con la dirección.
Publicado a las 7:46 a.m.
Sin renunciar a sus “posiciones máximas”, el grupo asumiría “la responsabilidad de arrastrarnos a un conflicto social como el que esta república no conoce desde hace décadas”, amenazó Thorsten Gröger, negociador del sindicato IG Metall, durante una rueda de prensa.
Los representantes del personal y el principal fabricante europeo negocian desde hace varias semanas un drástico plan de ahorro para reducir los costes de producción del grupo en Alemania y recuperar su debilitada competitividad.
Las huelgas son posibles en el mayor empleador industrial de Alemania después de un período de diálogo social obligatorio, que comenzará en diciembre.
Un conflicto social llegaría en el peor momento, “en una situación de crisis geopolítica, de debilidad económica, un gobierno sin mayoría y una industria en una transformación como apenas hemos vivido”, añadió el sindicalista.
La crisis de Volkswagen es emblemática de las dificultades de la industria alemana, cuya debilidad está sacudiendo toda la economía del país, además de una situación política incierta desde la ruptura de la coalición de Olaf Scholz a principios de noviembre.
A finales de octubre, la dirección del grupo reveló un plan para reducir los salarios un 10% y una revisión del sistema de primas, lo que le permitiría recuperar parte de los miles de millones de ahorro destinados a recuperar su competitividad.
IG Metall dice que está dispuesto a negociar si Volkswagen renuncia a los despidos directos y al cierre de fábricas, lo que sería una novedad en la historia del grupo.
Durante la rueda de prensa, el sindicato y el comité de empresa presentaron un “plan de futuro” según el cual los empleados y miembros de la dirección renunciarían temporalmente a parte de sus bonificaciones y aumentos salariales, a cambio de una reducción de la jornada laboral, para responder a la problemas de exceso de capacidad en determinadas fábricas.
Este programa permitiría ahorrar 1.500 millones de euros (2.220 millones de dólares canadienses), explicaron los sindicatos, una suma aún lejos de los miles de millones que la dirección considera necesarios.
Al igual que sus competidores europeos, Volkswagen está sufriendo la caída de la demanda mundial, especialmente de vehículos eléctricos, y la mayoría de sus fábricas han reducido su ritmo de producción.