El presidente electo Donald Trump asistió el martes al despegue del megacohete Starship de SpaceX, pero no pudo disfrutar de la visión de su primera etapa atrapada por brazos mecánicos, una maniobra compleja que la compañía desistió de intentar después, aunque tuvo éxito el mes pasado. .
El sexto vuelo de prueba de este cohete gigante despegó a las 16:00 hora local (23:00 hora suiza) desde la base Starbase de la compañía en Boca Chica, Texas.
Donald Trump llegó con su icónica gorra roja y Elon Musk dijo que se sentía “honrado” por su presencia. Los dos multimillonarios mostraron así su nueva cercanía y su interés por la conquista del espacio.
Una maniobra sin precedentes
SpaceX pretende utilizar Starship, el cohete más grande y poderoso del mundo, para colonizar Marte. El desarrollo de la nave espacial también es seguido de cerca por la NASA, que cuenta con ella para llevar a sus astronautas de regreso a la Luna.
Los objetivos de este nuevo vuelo de prueba eran en gran medida similares a los del anterior mes pasado.
El cohete está formado por la primera etapa Super Heavy (70 metros de altura) y, encima de ella, la nave Starship (50 m), que por extensión da nombre a todo el lanzador.
Luego de impulsar la nave, Super Heavy se desprende de ella y comienza su descenso. En octubre, en lugar de terminar su viaje en el mar, realizó una maniobra sin precedentes.
Un desembarco en el Océano Índico
Había regresado a su plataforma de lanzamiento desacelerando con la ayuda de retrocohetes, y justo antes de tocar el suelo, unos brazos mecánicos instalados en la torre de lanzamiento – apodados “varitas” – se acercaron a él y lo inmovilizaron.
Pero esta vez, SpaceX anunció poco después del despegue que no se cumplían los criterios para intentar la operación y Super Heavy se hundió en el Golfo de México, donde se desintegró.
Por su parte, el Starship continuó su vuelo, con el objetivo de aterrizar en el Océano Índico. Esta vez debe realizarse durante el día para favorecer las observaciones visuales. También están previstas pruebas del escudo térmico.
“En una película”
SpaceX tuvo que demostrar en octubre que no se trataba de una casualidad, sino de una proeza decisiva para la reutilización de este pesado lanzador. Esta estrategia pretende poder lanzar más máquinas con mayor rapidez y por mucho menos dinero que si fuera necesario utilizar equipos nuevos cada vez.
Durante la última prueba, el cohete ganó un nuevo admirador en la persona de Donald Trump. En su discurso de victoria la noche de las elecciones presidenciales, describió cómo vio cómo atrapaban el cohete y se sintió como si estuviera “en una película”.
“Llamé a Elón. Le dije: Elon, ¿eras tú? Me dijo que si. Yo dije: […] ¿Podrá Rusia hacerlo? No. ¿Puede China hacerlo? No. ¿Puede Estados Unidos hacerlo además de usted? No”, exclamó el presidente electo. “Dije, por eso te amo, Elon, eso es increíble”.
Varias de las primeras pruebas terminaron en explosiones.
El jefe de SpaceX gastó decenas de millones de dólares para apoyar la campaña del republicano y, a cambio, consiguió un puesto de asesor, ignorando posibles conflictos de intereses, ya que SpaceX tiene numerosos contratos en curso con el gobierno estadounidense.
La empresa está desarrollando intensamente el Starship, lanzando prototipos sin carga, para corregir rápidamente los problemas encontrados en situaciones de vuelo reales.
SpaceX, sin embargo, reveló el martes que transportaba por primera vez una carga: un plátano. Varias de las primeras pruebas de Starship terminaron en explosiones, lo que generó quejas de grupos ambientalistas. De hecho, la base espacial de Texas se encuentra cerca de áreas protegidas.
“Las primeras Starships a Marte despegarán en dos años”
En un vídeo publicado a finales de octubre por Elon Musk que lo muestra jugando un videojuego, un hombre que informa sobre la quinta prueba en el fondo relata cómo SpaceX estuvo a “un segundo” de ordenar que el cohete se estrellara junto a la torre de lanzamiento.
“Las primeras naves espaciales a Marte despegarán en dos años”, afirmó recientemente Elon Musk, conocido por sus predicciones muy optimistas. “Si estos aterrizajes van bien, los primeros vuelos tripulados a Marte se realizarán en cuatro años”. Un objetivo compartido por Donald Trump, que quiere que estas misiones se realicen antes de que finalice su mandato.