MONTREAL — Las aplicaciones de citas han recorrido un largo camino en nuestra vida diaria durante más de una década y su crecimiento genera temores de que puedan dañar nuestra relación con el amor. Sin embargo, parecería todo lo contrario.
Entre las aplicaciones de citas más conocidas, la aplicación Tinder se sitúa fácilmente. Maude Lecompte conoce bien esto último. Esta profesora del departamento de sociología de la Universidad de Quebec en Montreal (UQAM) incluso le dedicó su tesis postdoctoral.
Maude Lecompte estudia Tinder desde 2012, año en que se lanzó la aplicación. Observó el discurso transmitido por los usuarios de Tinder para comprender qué han cambiado fundamentalmente las aplicaciones de citas en nuestra relación amorosa o de acercamiento a otras personas.
“Las personas que utilizan estas aplicaciones de citas, al contrario de lo que cabría esperar, tienen discursos que hacen mucha referencia al amor romántico”, explicó Maude Lecompte en una entrevista con The Canadian Press.
También menciona estudios que han demostrado que los canadienses son mucho más románticos de lo que imaginaban.
“También confirma que las aplicaciones de citas pueden haber tenido, en última instancia, una influencia menos significativa de lo que anticipamos inicialmente”, añade. Vemos que la gente todavía está muy apegada al romanticismo, lo que no refleja necesariamente una evolución del orden romántico, como esperábamos”.
Por lo tanto, Lecompte contradice los estereotipos de que las aplicaciones de citas pueden “dañar los vínculos sociales” al devaluar la relación con los demás.
Su investigación, realizada con una treintena de usuarios de Tinder de entre 25 y 45 años, dio origen al libro “Aplicaciones de citas: ¿Revolución, lugar de perdición o simple gadget?” que se publicará en enero de 2025.
Para Maude Lecompte, la aparición de estudios sobre las aplicaciones de citas demuestra que “quizás les atribuyamos erróneamente cambios fundamentales”.
A pesar de la “superioridad visual” presente en estas aplicaciones, asegura que la omnipresencia de las fotografías y la discreción del contenido textual no cambian “fundamentalmente lo que la gente busca”.
“Observamos que los criterios de selección que la gente utiliza para discriminar entre perfiles en línea se superponen con criterios de selección que se han informado una y otra vez en otras circunstancias”, explica la Sra. Lecompte. Quizás deduzcamos (estos criterios) de las fotos, lo que no siempre es adecuado, pero el hecho es que buscaremos más o menos lo mismo que buscamos en otras circunstancias”.
Aplicaciones que se han vuelto divertidas
Algunas aplicaciones de citas ofrecen ahora a los usuarios diferentes funciones divertidas, como la posibilidad de jugar en línea con otras personas. Para Maude Lecompte, esta “gamificación” por parte de los autores de las aplicaciones para garantizar su sostenibilidad es un “arma de doble filo”.
“Esto garantizará la popularidad a largo plazo de las aplicaciones de citas, pero se ha documentado que cuantas más personas asocien la aplicación con citas divertidas, es menos probable que la consideren un lugar adecuado para reunirse. amor”, explica.
Según ella, los usuarios permanecen en la aplicación para enamorarse, incluso si usan la aplicación sólo para “deslizar”.
Maude Lecompte, sin embargo, lamenta la falta de datos para comprender el uso de estas aplicaciones de citas y las estadísticas, muy variables, que no permiten llegar a un consenso.
“Es incluso difícil saber cuántas personas están utilizando una aplicación”, afirma. Una persona puede tener varias cuentas, algunos perfiles están activos, otros inactivos.
Según ella, los datos varían entre 5 y 75 millones de usuarios de Tinder en todo el mundo.