en la cabeza de una adolescente con su torbellino de emociones

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Imagen tomada de “Vice-versa 2”, película animada de Kelsey Mann. DISNEY/PIXAR

LA OPINIÓN DEL “MUNDO” – DEBE VER

Después de una secuencia bastante débil de relatos biográficos y comunitarios (lucas, alerta roja, Elemental), Pete Docter, director de Pixar, marcó recientemente el rumbo de las futuras producciones del estudio: Nuestras películas serán menos catarsis para nuestros cineastas que una voz para contar una experiencia común. » Un feliz regreso a la universalidad, por tanto, pero que debe estar matizado por una limitación: la de la eterna política de riesgo cero impuesta por Disney, propietaria de Pixar desde 2008: no más secuelas y spin-offs, menos proyectos originales.

Lea la reseña (2023): Artículo reservado para nuestros suscriptores. Con “Elementary”, Pixar produce una oda al multiculturalismo demasiado formateada

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Entonces Viceversa 2una secuela muy esperada de la primera obra (Pete Docter, 2015), el último gran universo original (con Coco, 2017) antes de que se acabe la inspiración. El dispositivo, recordemos, circula entre dos mundos: por un lado, el día a día del pequeño Riley, a quien dejamos de niño y que regresa a nosotros siendo un preadolescente. Por otro, lo que sucede en el interior de su cerebro, dispuesto como una sala de control controlada por cinco emociones elementales: Alegría, Tristeza, Asco, Ira y Angustia, alcanzando, al final de la película, una cierta concordia.

Renovando esta apreciación neurocientífica de las emociones, la segunda parte se atiene a este principio tan lúdico y delicioso de complejización emocional del cerebro de Riley que se acerca peligrosamente a la adolescencia. La historia comienza cuando un equipo de trabajadores viene a saquear la Sede, reconfigurada para dar cabida a nuevas emociones y un enorme botón de “Pubertad”. Las emociones elementales tendrán que negociar así con cuatro nuevos personajes: Ansiedad, decidida a tomar el mando del barco; Vergüenza, escondida debajo de su sudadera con capucha; Aburrimiento, desplomado en el sofá; y Envy, inagotable a la hora de admirar a los nuevos amigos de Riley.

Pequeña fábrica de cerebros

Recién aceptada en un equipo de hockey femenino, la preadolescente se encuentra en medio de una agitación emocional: en su interior, su Árbol de la Estima es gradualmente destruido por la Ansiedad, que arroja al viejo equipo por la borda, lanzado en una peligrosa travesía para llegar de nuevo a la Sede. Intacto está el placer de explorar esta pequeña fábrica de cerebros que se expande aquí con nuevas regiones, siempre ingeniosamente topográficas: la sala de proyección donde la Ansiedad, con la ayuda de un ejército de diseñadores, prevé lo peor para el futuro, los defectos del Sarcasmo, los bóveda de los Secretos, el río de la Corriente del pensamiento… Una creatividad total que, sin embargo, oculta mal un problema fundamental que, poco a poco, nos invade: si el virtuosismo está siempre ahí -tú, el vértigo emocional, tantas veces proporcionado de Pixar, hace mucho que debería haber llegado.

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