13 de noviembre de 2024. Ridley Scott regresa a la pantalla con, un cuarto de siglo después, una secuela de su magnífica epopeya Gladiador. ce Gladiador II complacerá a los amantes de las batallas y del gran espectáculo y, como era de esperar, despertará el escepticismo de los historiadores. Lo nuevo es que también nos ofrece implícitamente una visión de la América contemporánea tal como la percibe el director: abrumadora, odiada, desigual, arrogante y seductora como el infierno…
El director británico Ridley Scott se ha convertido en una de las estrellas de Hollywood con tantas obras maestras (Extranjero, Gladiador, Reino de los cielos,…) que los nabos (1492, el ultimo duelo, Napoleón,…). A sus 86 años, aquí está dando una secuela de Gladiador para afrontar la insoportable espera de los fans de Maximus (Russel Crowe).
El resultado es una película extravagante de 2h30 con batallas y peleas, lo que sea.
Gladiador Se suponía que tendría lugar en el año 180 d.C., al final del reinado de Marco Aurelio (el “Un hombre sabio al borde del precipicio”) y bajo el de su hijo, el mal llamado Cómodo.
Después del asesinato de Cómodo por su amante Marcia en 192, y luego del brevísimo reinado (87 días) del sabio Pertinax, liquidado por la guardia pretoriana, las legiones llevaron al general Septimio Severo a la cabeza del imperio. Cuando murió en 211, le sucedieron juntos sus dos hijos Geta (22 años) y Caracalla (25 años). Al año siguiente, este último se deshizo de su hermano menor.
Es en este año 212 que la acción de Gladiador 2diecinueve años después de la muerte de Cómodo y la del gladiador Máximo (héroe ficticio de Gladiador 1).
A decir verdad, la cronología se ve afectada desde las primeras imágenes. Es la flota romana la que ataca la Numidia del rey Jugurta. Impresionantes escenas de batalla salvo por el hecho de que la sumisión de Numidia tuvo lugar tres siglos antes y finalizó en el 105 a.C. BC con la captura del rey númida Jugurta por las tropas de Mario.
A partir del reinado de Marco Aurelio, a finales del siglo II, cabe señalar, Roma sólo libró guerras defensivas en sus fronteras y ya no pretendía ampliar sus posesiones. Es cierto que alcanzó los límites conocidos del mundo civilizado en todas partes, excepto en la frontera con los partos, en Mesopotamia (actual Irak).
Por lo demás, las peleas en la arena con animales fantasmagóricos nos trasladan a Parque Jurásico. En cuanto a las escenas palaciegas, evocan a los romanos decadentes representados por Thomas Couture a mediados del siglo XIX mucho más que la Roma imperial vislumbrada por los arqueólogos. No hay duda de que el director se inspiró en una visita frecuente al Museo de Orsay (París)…
« ¡Haz que Roma vuelva a ser grande! »
Al no poder presentar la antigua Roma en su verdad histórica, Ridley Scott nos habla de… ¡los Estados Unidos de Donald Trump!
Las imágenes de la ciudad y su gente, así como los reflejos de los personajes, son alusiones transparentes a la nueva Roma: imperial y abrumadora, odiada fuera de sus fronteras y corrompida dentro por la injusticia social y la arrogancia.
La oligarquía en el poder se mantiene alimentando a la fuerza a la plebe con juegos violentos y reprimiéndola cuando sea necesario. Los disturbios al pie del Coliseo, a favor del gladiador Hanno-Lucius, recuerdan en cierto modo al asalto al Capitolio en enero de 2021.
El multiculturalismo también está muy presente aquí. La Roma de Ridley Scott no es una ciudad mediterránea sino una metrópolis cosmopolita como Nueva York o Londres hoy.
El médico que trata al héroe Hanno-Lucius dice que nació en Benarés, India. Secuestrado como esclavo y convertido en gladiador, obtuvo su libertad y pudo casarse con una mujer de Bretaña: ” Hoy, le dijo orgulloso al gladiador, hablamos latín en casa con nuestros hijos; ¡Estos son verdaderos ciudadanos romanos y tienen ojos azules como los tuyos! »
En cuanto al héroe, insiste en su ambición de resucitar al “Sueño romano” (sueño romano en el texto). En su opinión, se trata de una Edad de Oro en la que la asamblea del Senado gobernaba el estado y mantenía al poder ejecutivo bajo control. Hanno-Lucius, presentado como nieto del emperador Marco Aurelio, sitúa esta Edad de Oro en la época de su antepasado.
Doble ilusión: el Senado, origen del poder romano, perdió la realidad del poder de la época de Augusto, dos siglos antes. Es más, esta asamblea, formada por representantes de todas las familias patricias, no tenía nada de democrática. Se encontraba regularmente en conflicto con los líderes de la plebe (los hombres libres del pueblo) y fue su incapacidad para superar estas duras pruebas lo que la llevó a ceder el poder a los líderes militares, primero a César.
Las elecciones presidenciales de 2016, 2020 y especialmente 2024 en Estados Unidos parecen reproducir esta aspiración de la plebe a reconectarse con un pasado mitificado y no nos habría sorprendido escuchar a Lucius proclamar ante el público en trance del Coliseo: ¡Haz que Estados Unidos vuelva a ser grande!
André Larané
Publicado o actualizado el: 2024-11-16 19:10:38