“Las tortugas”: saliendo del acuario

“Las tortugas”: saliendo del acuario
“Las tortugas”: saliendo del acuario
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Después de 40 años en la policía de Bruselas, Henri (Olivier Gourmet) está dispuesto a jubilarse y tomarse las cosas con calma con su marido, con quien comparte su vida desde hace 35 años. Este último, Thom (Dave Johns), un antiguo drag queen convertido en comerciante de segunda mano, ya sueña con mimar a su hombre con desayunos en la cama, masajes en los pies y paseos de la mano.

Sin embargo, para Henri la jubilación no sale según lo previsto. En medio de una crisis existencial, camina como un león en una jaula en su casa -legada a la pareja por un amigo fallecido- y ya no ve diferencia entre lo que le espera y el destino de las dos tortugas que regresan y adelante en su vivero instalado en la sala de estar. Encerrado en su habitación, rechazando los intentos de su marido de hacerle entrar en razón, se inscribe en un sitio de citas con la esperanza de recuperar su libido y sus ganas de vivir. Con el corazón roto, Thom decide solicitar el divorcio, con la esperanza de que este último grito del corazón reavivará las brasas de su amor.

Con tortugas, En su tercer largometraje, David Lambert se interesa por la institución del matrimonio y la lenta desintegración del amor en una comedia romántica que, aunque poco coherente y particularmente divertida, adopta un punto de vista refrescante sobre un tema que ya ha sido explorado por películas como Todo puede pasar (Alguien tiene que ceder, 2003) o No es tan simple (Es complicado, 2009).

El cineasta belga no se contenta con normalizar o, como hemos visto en otras comedias protagonizadas por sexagenarios, “glamorizar” a la pareja homosexual envejecida, aquí capturada en una vida cotidiana, cuando menos, banal y en un entorno que prefiere la autenticidad a la estética. El contexto queer de su historia se convierte en un pretexto para abordar, sin exagerar, temas obvios – como la crisis del sida – o poco conocidos por la comunidad LGBTQ+, en particular el exilio forzado, la dificultad de encontrar vivienda y la evolución del pensamiento de los fuerza policial hacia él.

Estos temas, que se desarrollan en segundo plano y que trazan la historia de luchas, derrotas y victorias, son el mayor éxito de esta película cuyo hilo narrativo principal no siempre suscita apoyo.

Así, además de un final predecible y personajes secundarios que nos hubiera gustado que fueran más sustanciales, las decisiones y acciones de los protagonistas son difíciles de entender. Henri, con su obstinación infantil, su negativa a comunicarse y su flagrante falta de respeto, despierta más desprecio que empatía. A cambio, queremos sacudir a Thom y su excesiva bondad ante su afligida pasividad.

A pesar de un escenario bastante convencional y héroes enfrentados entre sí, Dave Johns (Yo, Daniel Blake.) y Olivier Gourmet (los que trabajan) consiguen hacer entrañable este extraño dúo, sobre todo en las escenas argumentales, que cuentan -a pesar de las tormentas- con una complicidad y una vulnerabilidad que sólo permite una vida vivida de la mano. Tocar, nada más.

Tortugas

★★★

Comedia dramática de David Lambert. Con

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