Estos pequeños trabajos de ayer olvidados hoy.

Estos pequeños trabajos de ayer olvidados hoy.
Estos pequeños trabajos de ayer olvidados hoy.
-

Ser Papá Noel, en algunas ciudades, es uno de los posibles trabajitos. Una mirada retrospectiva a aquellos, a veces olvidados, que marcaban la vida cotidiana en Civray en los años sesenta.

Los Papá Noel están invadiendo nuestros mercados locales. Si en nuestro campo son voluntarios, en la ciudad, en los grandes almacenes, pueden realizar pequeños trabajos remunerados. La oportunidad de recordar los pequeños oficios de los años 60, complementarios a una actividad, que han quedado olvidados.

Pegador de carteles, devanador de campanas, sepulturero…

En el centro de la ciudad de Civray, se cubrió un gran muro con una capa lisa. Está destinado a recibir carteles oficiales pero también información de las asociaciones que velan por la animación de los municipios. Escribimos en el muro, que no es el de Facebook, pero que tiene la misma función. Envías tu cartel o lo dejas en manos del encargado y, generalmente, deslizas unos cuantos sellos, símbolo de remuneración y sinónimo de pegar en el lugar correcto y claramente visible. El cine ambulante instalado en la sala de la cafetería ofrece dos entradas gratuitas para la próxima proyección.

Si las campanas del pueblo dan las horas, significa que la persona que levanta las pesas ha hecho su trabajo. El reloj es igual que el comtoise de tu abuela que conoces, pero en modo XXL. Con una gran manivela levantamos las pesas que han descendido dos pisos del campanario. Pero para ello hay que subir a lo alto del campanario, cerca de las campanas.

Para acceder al campanario de mi infancia, se entra a la iglesia, se toma una escalera y luego una escalera de hierro situada en el espesor del muro que permite acceder al primer piso. Está oscuro allí, no estamos tranquilos. Luego una gran escalera de madera, demasiado flexible para mi gusto, sube cerca del reloj. Aún hay que coger una escalera para acceder al mecanismo. Última recomendación, no sacar el tema a la hora del Ángelus bajo pena de sanción inmediata, porque las campanas empezarán a sonar muy cerca de vuestros oídos.

Almuerzo ofrecido al sepulturero.

Los servicios funerarios no existen. En invierno, si el suelo está muy helado, quemamos leña en el lugar. Sin bóveda de hormigón, cavamos el suelo con pico y pala. Si el suelo ya ha sido removido varias veces, se deben insertar barras para deslizar las tablas a lo largo de las paredes y evitar que el suelo se desplome sobre el sepulturero. Recuerda momentos emocionalmente difíciles, imposibles de contar aquí. Una vez finalizado el funeral, se reúne con los portadores del féretro (conocidos de la familia que portó el cuerpo) y juntos van a almorzar al restaurante local. Las comidas las ofrece la familia.

La pirotecnia no había llegado a nuestro campo. Los lanzadores de fuegos artificiales, voluntarios para el 14 de julio, no habrían cedido su lugar por nada del mundo.

Cor. : Bernard Chevalier

-

PREV El año extraordinario de Antoine Dupont: medallas de oro y distinciones destacadas
NEXT No hay heridos que reportar pero sí daños significativos.