La lista de actos maliciosos que arruinan la vida cotidiana de Laurence es larga. “Esto ha estado sucediendo durante meses, sin cesar. Nunca se detuvo. Todas las noches”, asegura angustiada.
“No pasa un día sin que nos cuente algo nuevo”, confirma una de sus amigas.
“Una película de terror”
Hoy se está llevando a cabo una investigación en la comisaría de policía de Pau. El asunto se toma muy en serio. Porque desde la noche del 20 al 21 de noviembre la situación ha tomado un cariz preocupante.
Su casa, situada en el área metropolitana de Pau, fue víctima de un incendio provocado en plena noche. Laurence y su hija, que viajaban al extranjero, estaban ausentes. Pero allí dormía un amigo. Intoxicado por el humo, el hombre tuvo que pasar un día en el hospital.
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“¿Quién puede hacer esto? ¡Es una película de terror! » se lamenta Laurence, que desde entonces vive aterrorizado. “Todo empezó el 10 de agosto, el día en que tuve el primer intento de robo”, suspira esta comerciante de Pau.
Cámaras y detectores de presencia
“Regresaba de una cena con amigos. Era la 1:30 de la madrugada. Diez minutos después, un amigo me llamó para decirme que vio a un hombre saltar la puerta. Me dijo que llamara a la policía mientras intentaba perseguir al tipo. Vi que las rejas de la ventana de la cocina estaban abiertas a la fuerza”.
Desde entonces, ha registrado cada acto de este acoso, del que desconoce el motivo y la identidad de los autores. La policía acudió varias veces a su casa. “Presenté una decena de denuncias…”, asegura Laurence. Pero por falta de información, fueron clasificados “para búsquedas inútiles”, añade.
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Por su parte, Laurence invirtió en equipamiento de seguridad: se instalaron seis cámaras y detectores de movimiento por toda la casa. “Cada vez que se intenta una intrusión, suenan campanas en el interior. Todas las noches estábamos despiertos. Mi hija estaba aterrorizada. Fue terrible”, confiesa Laurence que, a pesar del apoyo de sus amigos y seres queridos, se siente un poco “abandonada”.
“Lo perdí todo”
“Mi oficina donde tuve toda mi vida está destruida. El incendio comenzó desde allí. Pero toda la casa quedó cubierta de hollín. Hay que tirarlo todo”, lamenta la mujer que regresó de su viaje el 3 de diciembre.
“Llegué con mi hija, mi maleta de ropa de verano y mi teléfono. Esto es todo lo que me queda”, sollozó. Tuvo que “apelar a la solidaridad de los amigos”. “Nos trajeron cajas de ropa de abrigo”, dice Laurence, muy conmovido por este derroche de generosidad.
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Pero la pesadilla no había terminado. “Regresamos por la tarde y volvieron a prender fuego durante la noche siguiente, ¡a pesar de que la casa había sido sellada! Todo lo que se pudo salvar fue quemado. Lo perdí todo”, asegura.
Laurence tuvo que luchar para encontrar alojamiento temporal a pocos días de las vacaciones de fin de año. “Como alguien que ha pasado mi vida ayudando a los demás, no creo que mereciera eso”.