El tradicional desfile del pavo ciertamente no tuvo lugar este año debido a la gripe aviar. De todos modos, los organizadores pudieron presentar un animal al público. Bien resguardado, en una jaula de plexiglás, colocado sobre un pequeño carrito, apodado cariñosamente el “gluglou móvil”.
La gallinácea regordeta, aunque un poco asustada, se abrió paso entre la multitud como pudo hasta llegar a la plaza central del pueblo. Bien protegido por los niños y por la Gran Orden Internacional de los Pavos del Périgord, que precedió a una treintena de otras hermandades de Turena, Burdeos e incluso del Norte.
A las 10:30 ya no podíamos esperar encontrar “Poción de Pavo”. Los 75 litros de este caldo caliente, preparado con pavo, cebolla, ajo, “y algún que otro ingrediente secreto”, salieron como pan caliente. Distribuidas gratuitamente, las tazas permitieron a todos calentarse mientras esperaban la llegada del sol.
“Empezamos temprano y terminamos tarde. Esta es una oportunidad para unirnos a todos. »
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Comerciantes robados
“Empezamos temprano y terminamos tarde. Esta es una oportunidad para reunirnos a todos”, comenta Patrice Gourinchat, alcalde de la ciudad. Más de 130 expositores realizaron el viaje. El stand de “Boudins de Titi” fue completamente saqueado. Los aproximadamente 1.200 kg de embutidos preparados se vendieron a personas que en ocasiones no dudaban en esperar casi media hora. Suficiente para hacer sonreír a la asociación patrimonial “Gardarem lo forn banau de Varanha” (Conservemos el horno común de Varaignes), que recauda así un precioso dinero que se destinará a la restauración del monumento.
Ludovic no dudó en emprender el viaje desde Cognac, como cada año. “Vuelvo a ello cada vez, porque estos postres se hacen con castañas y no los encontramos en ningún otro lugar. Es una especie de tradición”, sonríe el cuarentón, que se marcha con unos quince postres bajo el brazo. Brigitte y Georges, de Saint-Genis-d’Hiersac, no habían venido a Varaigne desde hacía diez años. “La feria ha cambiado mucho. Compramos 30 budines que vamos a congelar para comer después”, dice entre risas la octogenaria. “Pero también especias y ostras, que luego comeremos con amigos”.
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Un concurso de gritos de pavo
Pero esta gran fiesta popular no sería lo mismo sin su gran concurso internacional de grito de pavo. Cada año se inscriben decenas de personas, tanto niños como adultos. Y que emprenden una lucha despiadada para obtener este codiciado título, ante cientos de espectadores reunidos en la plaza principal del pueblo.
Un jurado y el aplauso fueron los encargados de elegir a los grandes ganadores. En este pequeño juego, fue un nativo de Charentais quien se mostró más fuerte que los demás. Laurent Flaget, originario de Soyaux pero que ahora vive en Dordoña. Entre los niños, Hugo, de 11 años, ganador el año pasado, no retuvo su corona. Fue una niña de 13 años, llamada Sioux Sauvetre, residente en el pueblo vecino de Étouars, quien se convirtió en la gran campeona.
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