lMarruecos dio un paso significativo al votar a favor de la décima resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que pedía una moratoria sobre la aplicación de la pena de muerte.
Entre los 130 países que votaron a favor de este texto, destacó por su apoyo, marcando un paso significativo en su compromiso con la protección de los derechos humanos, y más particularmente el derecho a la vida.
Esta votación, calificada de histórica por los defensores de los derechos humanos, reafirma una posición ética y jurídica fundamental.
Desde hace más de 30 años no se aplica la pena capital en el Reino, aunque la pena de muerte todavía figura en el Código Penal para determinados delitos graves.
Esta moratoria es, por tanto, un reconocimiento oficial e internacional de esta práctica no ejecutable, consolidando así la reputación de Marruecos como actor comprometido con los derechos fundamentales.
Para Abdelhakim El Kadiri Boutchich, juez del Tribunal Internacional de Resolución de Controversias (Incodir) de Londres y mediador internacional, este posicionamiento en la ONU podría interpretarse como una fuerte señal a favor de la abolición total de la pena de muerte.
“Esta votación podría alentar al gobierno y a los legisladores a considerar una reforma legislativa para eliminar la pena de muerte del marco legal. Una reforma de este tipo reforzaría la imagen de Marruecos en la escena internacional como país respetuoso de los derechos humanos y comprometido en un proceso de modernización de su sistema judicial”, afirma él.
El Código Penal en la mira Este avance tiene su origen en las recomendaciones de la Autoridad para la Equidad y la Conciliación (IER), que en 2004 había alentó a Marruecos a adherirse al segundo protocolo facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena de muerte.
Este movimiento se vio amplificado por el discurso del rey Mohammed VI en el Foro Mundial de Derechos Humanos celebrado en Marrakech en 2014, en el que pidió un debate nacional sobre esta cuestión.
La abolición definitiva de esta pena implica una reforma del código penal marroquí.
Este proyecto, previsto para los próximos meses, debería dedicar una partefuncionalidad de penas más respetuosas de la dignidad humana y del compromiso internacional de Marruecos.
Según el Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH), actualmente 88 reclusos se encuentran en el corredor de la muerte.
Aunque su ejecución está suspendida, esta realidad pone de relieve la urgencia de reformas legislativas profundas.
Quedan por resolver cuestiones complejas, en particular las relativas al equilibrio entre los principios de los derechos humanos y las expectativas de una parte de la opinión pública que todavía considera la pena de muerte una sanción legítima para determinados delitos graves.
Para avanzar hacia un consenso nacional, El Kadiri Boutchich subraya la necesidad de un “diálogo inclusivo en el que participen todas las partes interesadas. Del gobierno al público en general, incluidas organizaciones de la sociedad civil y expertos jurídicos, para debatir las cuestiones vinculadas a esta condena.
Añadió que “sería esencial crear conciencia sobre la ineficacia de la pena de muerte como herramienta disuasoria, al tiempo que se destacan alternativas legales, como la cadena perpetua asociada a medidas de rehabilitación”.
Al tiempo que enfatiza la importancia de un liderazgo político valiente que cuente con el apoyo de la comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos para acelerar el proceso.
La cuestión de la pena de muerte va más allá de las consideraciones nacionales. Toca el corazón de los valores universales: el carácter sagrado de la vida, la humanización de la justicia y la lucha contra una cultura de violencia.
La CNDH aboga desde hace varios años por la adaptación de Marruecos a las normas internacionales de derechos humanos.
Y esta moratoria votada sitúa a Marruecos en esta tendencia global que afecta ya a más del 70% de los países del mundo.