Este fin de semana, la galería Almine Rech inaugurará una exposición titulada “Los veranos de Poliakoff”. Esta segunda exposición individual dedicada al artista desde que su patrimonio ingresó a la galería el año pasado está dedicada a los gouaches que creó durante los veranos.
En realidad, poco se sabe, pero durante años Serge Poliakoff (1900-1969) dedicó sus veranos a la práctica del gouache según un ritual bien definido. Cada mañana hacía cuatro y repetía los que había hecho el día anterior y cuyos colores se habían secado durante la noche. Al final de las vacaciones, firmó las composiciones que le satisfacían y seleccionó, entre otras, aquellas en las que imaginaba poder inspirarse para sus óleos.
Realizados a lo largo de muchos veranos consecutivos, los gouaches son testigos de la evolución estilística del artista. De sus composiciones de bailarina (danza balalaika rusa1936) a sus disposiciones de grandes áreas coloreadas que ocupan toda la superficie (Composición abstracta 62-1211963), el artista pasa del registro figurativo a una abstracción tipo campo de color.
Entre estos dos momentos, es a través de equilibrios de motivos más pequeños (Composición abstracta 53-55, alrededor de 1953) que Poliakoff articula sus colores luminosos y materiales consistentes. De hecho, es característico de la obra de este pintor de origen ruso, naturalizado francés, querer crear una luminosidad cercana a la de los iconos religiosos sin poner la mano de obra en un segundo plano. Buscando reproducir los colores de los sarcófagos egipcios, añade huevo a sus mezclas de gouache para inscribir mejor el gesto en color.
Pero Poliakoff, amigo tanto de Kandinsky como del matrimonio Delaunay, también juega con los contrastes buscando el equilibrio en la construcción de sus superficies. Formado en la Escuela de Dibujo de Moscú antes de incorporarse a la Academia de la Grande Chaumière de París, su sentido de la composición le permite diseñar combinaciones armoniosas utilizando formas abstractas menos regulares en sus dimensiones y ubicación que las de Klee, a quien también estudió extensamente. .
Sabemos que Poliakoff, como también Mondrian, pintaba a menudo sus óleos al revés. ¿Ocurría lo mismo con los gouaches? Aún así, al igual que las balanzas pintadas sobre lienzo por su colega holandés, las ejecutadas sobre papel por Poliakoff fusionan cada vez más forma y fondo y es a través de composiciones muy frontales que la tensión entre luz y materia emerge en sus últimos gouaches.
Esta ecuación entre forma, color, textura pero también superficie de los últimos papeles gouache de Poliakoff sin duda le parecerá muy actual al espectador. Y con razón sigue siendo perseguido por los mejores artistas abstractos de la actualidad, siendo quizás el más cercano a esta tendencia el excelente Andreas Eriksson.
Esta comparación nos permite plantear una última cuestión: los formatos de las obras presentadas en la exposición, aunque mucho más pequeños que los del artista sueco, también lo son que los óleos sobre lienzo del pintor francés. Sus reducidas dimensiones también hacen que sus luces resuenen de una manera más íntima.
La exposición estará abierta hasta las 13.es Marte.