En un pueblo del Jura bernés le ocurrió un lamentable percance a un gato, aunque era completamente doméstico. Ya esterilizada (y con chip), la confundieron con un gato salvaje, la capturaron y la operaron por segunda vez… Afortunadamente, se encuentra bien.
La historia que cuenta “Le Matin Dimanche” tuvo lugar a finales de noviembre. Los dueños de un gato llamado River, de 3 años, encontraron entonces a su animal “con una oreja cortada y una cicatriz quirúrgica reciente debajo del estómago”, según su testimonio. Luego se enteran de que la llevaron a una operación masiva para esterilizar gatos callejeros. Se hizo una incisión en el estómago del gato, el especialista obviamente se dio cuenta de que no había nada que operar, luego suturó…
Responsable de esta campaña sobre gatos callejeros, Orpond SPA (BE) reconoció el error, confirmando que River fue confundido con un gato salvaje y hablando de una “cadena de circunstancias desafortunadas y errores humanos”. Esta filial de la SPA se disculpó profundamente y envió un ramo de flores a la familia. En cuanto a la gata, se encuentra bien.
Desde entonces, la SPA local ha adoptado un nuevo protocolo que los veterinarios deben firmar antes de cualquier castración. Estipula que es necesario comprobar si el gato tiene un microchip antes de cualquier intervención. Por otro lado, el corte de la punta de la oreja se mantiene para estos casos porque es “una señal internacional que indica que el gato ya está castrado”.
Pero ¿qué podemos hacer para evitar este tipo de casos? “Le Matin Dimanche” nos recuerda que el chiping sigue siendo la forma más segura, aunque no fuera suficiente en esta historia, que esperamos sea extremadamente rara. Las redes sociales también pueden ser una forma de enterarte de las operaciones previstas, y así mantener a tu gato dentro en el gran día.