Mientras que la falta de médicos de familia es motivo de preocupación en el Jura, en Boncourt, la ciudad acoge desde hace poco más de dos meses a un nuevo médico. La doctora Barbara Loeliger se hizo cargo de la consulta del pueblo tras la repentina muerte de su predecesora la primavera pasada. El apoyo de las autoridades municipales fue un detonante en esta elección. “La idea del ayuntamiento de ayudar a un médico a instalarse me pareció muy buena y magnífica. Me ayudó, no podría haberlo hecho solo”, afirma el médico para quien es importante “trabajar” en un municipio y con un municipio. Esta cincuenta años, que vive en Porrentruy, está encantada de seguir a las familias y conocer sus historias: “Esto hace que este trabajo no sólo sea interesante, sino que también da significado. »
Desertificación de las zonas rurales
“A menudo les digo a mis compañeros jóvenes que buscan su especialidad: ser médico de familia es ser médico para todo. Trabajar como especialista se parece más a ser un técnico médico. Nos centramos en un problema técnico”, explica Barbara Loeliger. El médico sabe muy bien que instalarse solo en un consultorio médico en una región llamada periférica no es una tarea trivial. Además de la complejidad de los aspectos médicos y la distancia con los compañeros, tenemos que ocuparnos de la parte administrativa “que es enorme y requiere mucho tiempo”. L’Ajoulote, que ha trabajado en Bienne y Nueva Zelanda, también espera recibir en su consulta a otro médico para formarlo.
Desafíos en abundancia
Tras la repentina muerte de su antecesor, el consultorio médico permaneció cerrado durante cinco meses. A su llegada, Barbara Loeliger tuvo que empezar por ordenar y clasificar las numerosas pertenencias con la ayuda de sus dos asistentes médicos. Siguieron horas para comprender cómo funcionaban las diferentes máquinas, rehabilitar los equipos informáticos y reponer las existencias de medicamentos disponibles en la profarmacia.
“El gran desafío fue que no había nadie que me pasara el testigo”, explica el médico. Después de poco más de dos meses de apertura, Barbara Loeliger conoció a algunos de sus nuevos pacientes. También tuvo que rechazar a algunos que venían de pueblos más lejanos. Con una población de pacientes estimada en 1.000 personas, el médico sólo desea acoger a los residentes de Boncourt, Buix y Montignez. A partir de ahora, el médico debe concentrarse en repatriar los expedientes de los pacientes que se encuentran en poder del médico cantonal. “Tienes que imaginar, son 1000 archivos para leer y son treinta minutos por archivo”. Una tarea a largo plazo que le espera a Barbara Loeliger. /ncp
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