“Habríamos tenido una botella de champán en casa y la habríamos abierto”. En Cliscouët, Emmanuel y Sandrine Renahy disfrutan de la culminación de dos años y medio de lucha para poder dormir en paz. El 5 de diciembre, el juez de amparo ordenó la expulsión de uno de sus vecinos por disturbios vecinales anormales, pero recién se enteraron de la decisión hace unos días. Le Télégramme conoció a estos inquilinos de Morbihan Habitat el pasado mes de julio, cuando sufrían una “tortura mental por falta de sueño”, expuestos al ruido nocturno creado por este vecino y su hermano.
Lima de concreto
El ruidoso inquilino, procedente de la Square du Morbihan, otra residencia de Morbihan Habitat dedicada a la deconstrucción y reconstrucción, llegó en 2022 a la residencia Renahy. Estos últimos, impulsores del procedimiento, temían que el arrendador social perdiera su procedimiento. “Nos dijimos: “el juez quizás dirá que le hemos tomado antipatía a nuestro vecino y a su hermano”, explica Sandrine Renahy, aliviada. Pero nuestros testimonios no destilan falso testimonio, ni racismo, ni antidiscapacidad, ni rabia contra las instituciones, ni antisocial, todo lo contrario. Morbihan Habitat acudió ante el juez después de haber agotado otras palancas de pacificación, incluida la intervención de un trabajador social, que permitió algunos meses de calma. Es raro llegar al punto de llevar el caso ante un juez. “Actualmente tenemos seis expedientes de desalojo de las 32.000 viviendas de Morbihan Habitat en el departamento”, explica Gérard Ligard, el director adjunto. Allí tuvimos un expediente importante, con ruido desde las 23:00 hasta las 4:00 horas sin parar, y no solo molestaba a los vecinos cercanos, sino a toda la residencia, e incluso al barrio (en Fareham Square, nota del editor)”.
Respeto por las vacaciones de invierno
El inquilino no será desalojado antes de la primera quincena de abril, siendo las vacaciones de invierno hasta el 31 de marzo. “El desalojo estará sujeto al acuerdo de la prefectura”, recuerda Morbihan Habitat, “sabiendo que generalmente el inquilino se va temprano”. Con el riesgo de trasladar el problema a otro barrio. Para Sandrine Renahy, la tristeza convive con el alivio: “Es cierto que estamos contentos porque por fin podré volver a dormir bien. Y creo que mi ansiedad desaparecerá cuando salgan del apartamento. Pero nuestro deseo inicial nunca fue que desalojaran a nuestro vecino”. Entonces, el inquilino tendrá que ser realojado. “No dejamos a la gente en la acera. Seguramente contará con el apoyo de una asociación de intermediación de alquileres, subraya Mireille Jagu, responsable del servicio social de Morbihan Habitat. Es alguien que tiene un cierto número de socios a su alrededor”.