Par
Editorial Valle del Marne
Publicado el
21 de diciembre 2024 a las 13:16
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“¿Conoces esta tienda? ¡Es genial! », le dice un transeúnte a su amiga, mostrándole la fachada verde de la juguetería. Azúcar de cebada. Situada en Vincennes, esta juguetería existe desde 1977 y logró construirse una sólida reputación entre los lugareños.
Una tienda fundada por madres
La ventana está decorada con el dibujo de un abeto gigante y colorido, detrás del cual toman forma varios mundos, como el de los animales de Sylvanian. Suena la campana cuando entras en este mundo de ensueño. Encima del mostrador, linternas mágicas hacen girar luces de colores, mientras que sobre nuestras cabezas hay móviles instalados por todas partes: flores, aviones, murciélagos…
“Los juguetes pueden representar todo el universo: el cosmos, los dinosaurios, la Antigüedad… ¡todo se puede transformar en un juguete! », subraya una de las cofundadoras, Chantal. Detrás del lanzamiento de la tienda: un grupo de madres jóvenes que desean poder trabajar y cuidar a sus hijos al mismo tiempo.
Aunque hoy tiene el pelo blanco, Chantal lo adorna con un pasador con purpurina y todavía tiene una mirada brillante en sus ojos. Apasionada, sigue llevando la contabilidad, aunque ahora la ha dejado en manos de su hijo, Emmanuel.
Fue él quien tomó el relevo en 2008, cuando su madre, ahora sola en la gestión, pensaba venderlo. A sus 47 años, no se arrepiente de haber pasado de la política al juguete.
Es un sector dinámico, siempre hay cosas nuevas, es muy estimulante. Me gustan mucho los vínculos que se forjan con las familias, algunas vienen desde hace varias generaciones, vemos crecer a los niños.
“Estamos muy bien asesorados”
Ludwig, un habitual de Vincennes, viene buscando figuras de Sonny Angel para sus hijos de 11 y 13 años. “Vengo habitualmente porque nos asesoran muy bien, incluso encontramos regalos para adultos”, subraya este amante de los rompecabezas. En el escaparate hay coches en miniatura y figuras de ciclistas antiguos.
La tienda ha sabido adaptarse a lo largo de los años. “Se especializó en juguetes de madera y artesanales, importándolos de Alemania, porque en aquella época había pocos en Francia. Luego ampliamos la gama, ahora ofrecemos de todo, aunque cuando podamos favoreceremos la artesanía francesa”, explica Emmanuel. Su hermana Aurélie también le ayuda ocasionalmente, en la creación de un nuevo sitio web, pero también en la caja durante las vacaciones de fin de año, donde los dos vendedores también están contratados a tiempo completo.
En la reserva se acumulan las reservas preparadas en otoño hasta el techo. “Es el local de un antiguo comerciante de telas, conservamos los muebles, puedes subir a los cajones de roble macizo como si fuera una escalera de mano”, describe Emmanuel, poniendo las palabras donde tiene la boca. Unos días antes de Navidad, admite: “No siempre duermo bien, siempre tengo miedo de que los pedidos no lleguen a tiempo, aunque suele ser así”.
Delphine Dauvergne
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