La globalización ha hecho que las naciones pierdan el rumbo. Personas de todo el mundo buscan ahora los elementos de una identidad que les dé una base. Esta es la tendencia histórica que marca el fin del ciclo de la globalización, al final del cual los hombres quieren formar una nación.
¿Qué es la nación? Ernest Renan, durante una conferencia pronunciada el 11 de marzo de 1882 en la Sorbona, dio una primera respuesta a esta pregunta atribuyendo una dimensión espiritual a la nación. Lo definió como “la posesión conjunta de un rico legado de memorias” y “el consentimiento actual, el deseo de vivir juntos, el deseo de seguir haciendo valer la herencia que hemos recibido indivisos”.
Maurice Barrès, en su conferencia del 10 de marzo de 1899 ante la Liga de la Patria Francesa, a la que daría el título la tierra y los muertoshabía dado una segunda respuesta vinculando la nación al derecho del territorio y de los antepasados, a esta continuidad de los muertos y de los vivos que le daba su sustancia: “Nuestra tierra nos da disciplina y somos extensiones de nuestros muertos. Ésta es la realidad en la que debemos basarnos. »
Hoy la nación tiene una tercera dimensión. Es el lugar de las posibles políticas contra los desórdenes del mundo, porque es dentro de él, dentro de los límites de sus fronteras, donde los gobiernos pueden encontrar soluciones concretas que respondan a las crisis. Corresponde a la democracia alcanzar su verdad en el espacio circunscrito del debate nacional, ya que los intercambios con las redes sociales, que no conocen fronteras, y sus informaciones no verificadas son diabólicamente antidemocráticos.
La nación es el lugar de las políticas posibles.
Debemos reconocer estas tres dimensiones de la nación, que están vinculadas y se complementan: la nación es espíritu y consentimiento a la vida compartida; es la tierra que da testimonio del sacrificio y herencia de nuestros mayores; la nación es el lugar redescubierto de políticas posibles.
El resto después de este anuncio.
Hacer una nación designa un proyecto político. Todas las decisiones de las autoridades públicas deben ahora tener en cuenta los mejores intereses de la comunidad nacional. “Nacionalismo significa resolver todas las cuestiones relativas a Francia”volvió a decir Barrès. Las naciones aspiran a ser protegidas y, si continúan participando en los movimientos mundiales, exigen que la política que las afecta favorezca y reorganice una base de vida común para sus pueblos.
Hacer una nación también significa un proyecto personal. Cada individuo de una nación debe ser uno con ella. Es el tema de la nacionalidad lo que se plantea: esto, que ciertamente debe darse en nuevas condiciones que relativicen la ley del suelo, y quizás también después de que cada inmigrante haya esperado una generación antes de que su familia integre la comunidad nacional, cargue con deberes de comportamiento y Adhesión a una cultura de la nación. Vivir en una nación es abrazar su historia y respetar su identidad.
Vivir en una nación significa abrazar su historia y respetar su identidad.
¿Seguirá pesando un prejuicio contra la idea de nación, muchas veces confundida con la de patria? Le respondieron el desfile de los barcos de cada delegación sobre el Sena para los Juegos Olímpicos, por la tarde bajo una lluvia perniciosa, y luego el de las delegaciones de los Campos Elíseos hasta la Concordia para los Juegos Paralímpicos, durante una hermosa tarde de verano. Los equipos que iban a competir representaban naciones, con banderas izadas y camisetas coordinadas con sus colores. La vida de las personas es inseparable de ello.
Por eso el plan político que se espera en nuestro país es el de la lucha por recuperar la unidad nacional. Mañana tendremos que poder proponer un objetivo superior contra toda ideología, un interés único contra las clientelas, la ley interna del progreso contra cualquier modelo extranjero. Francia, este país joven y milenario, lo espera.
*Último libro publicado: Después de la globalización. El regreso a la nación (Les Presses de la Cité).
France