Compra un bosque para protegerlo mejor. Esta es la idea que surgió en la cabeza de seis habitantes de Tours, un día de enero, hace casi dos años. Todos los “artistas del fresco”, apodo que se dieron a sí mismos los facilitadores de los talleres del Fresco del Clima y los participantes del Fresco de la Biodiversidad, son impulsados por el deseo de tomar medidas concretas. “Nos pareció linda la idea de comprar bosques para cuidarlos. Pero ninguno de nosotros tenía suficiente dinero para eso”.señala Emmanuel Moyer, uno de estos ciudadanos comprometidos.
Un bosque compartido
Entonces ganó terreno la idea de un bosque compartido que se convertiría, tras algunas investigaciones, en la de un grupo forestal ciudadano y ecológico (GFCE). Existen proyectos similares, veinticinco en total, en Bretaña, Morvan y Périgord. El que llevarían los Tourangeaux sería el primero en ver la luz en la región Centro-Valle del Loira.
El principio ya ha quedado demostrado: estructurado por una sociedad civil, el grupo reúne a los ciudadanos a través de participaciones sociales, en efectivo o en especie. “La idea es entonces reunirnos en torno a una mesa y hablar sobre lo que cada uno quiere hacer con este bosque”explica Amélie Roy, otra de las impulsoras del proyecto.
Existe el principio de partida: mantener este bosque en una silvicultura suave, protegerlo de la tala y, si es necesario, replantarlo. “con especies locales, diversificadas y adaptadas”y para hacer “un espacio para la concientización”. “Disfrutarlo también, caminar allí, encontrarse allí”sonríe Emmanuel Moyer.
El objetivo es, en primer lugar, proteger este bosque que, recuerdan los fundadores de este grupo forestal ciudadano y ecológico, “se está volviendo más pobre”. Tala, monocultivo, explotación… El bosque, 90% privado en Indre-et-Loire, está perdiendo progresivamente biodiversidad.
“Reunir a personas que quieran implicarse”
E incluso si fueran necesarias varias decenas de hectáreas para tener un efecto real sobre la biodiversidad, preservar y renaturalizar una pequeña parcela permitiría lanzar un movimiento virtuoso. “Y tal vez, con el tiempo, adquirir terrenos vecinos para ampliar el espacio”. Ya está planificando el grupo.
“Estamos a la espera: ya hemos identificado varias parcelas en Indre y Loira”pregunta Carole Le Ténaff, también miembro del grupo. Sólo queda reunir un número suficiente de miembros para empezar. El importe de la acción se ha fijado en 1.000 euros.
“Nos gustaría reunir a personas que quieran implicarse, incluso en el mantenimiento de la trama”descuenta el colectivo jovencísimo. Quien ya ha encontrado un nombre para este grupo ciudadano emergente: “Komorebi”. Palabra japonesa que describe la luz que se filtra a través de las hojas de los árboles. Como en un bosque de ensueño.